Varias ocasiones hemos platicado de la rivalidad que existe entre los Diablos Rojos del México y los Pericos de Puebla, situación que ha crecido del 2000 a la fecha, provocado, entre otras cosas, porque al ser esta la estancia más larga que ha tenido la organización poblana en nuestra Angelópolis, el número de enfrentamientos creció también.
No está de más recordar que nuestros Pericos se cubrieron de gloria en los sesentas y setentas, que luego vendría la situación de la división entre la liga mexicana y la ANABE y que después contamos con el campeón Ángeles Negros de Puebla, y de ahí al 93, cuando regresa el conjunto bajo el mando del contador Rafael Moreno Valle, franquicia que tiene que emigrar a Cancún en el 95.
Pasaron varios años antes de que en el dos mil se anunciará el regreso del béisbol profesional veraniego a nuestra capital. Y de entonces a la fecha, Pericos y Diablos se han encontrado en infinidad de ocasiones algunas de ellas en Play Offs y siempre, hay que decirlo, la organización escarlata sacó provecho de estos enfrentamientos hasta que el año pasado en Postemporada, cuando Pericos era la víctima propicia para los pingos, el conjunto poblano fue capaz de eliminar a los de la Ciudad de México, situación que al parecer dolió mucho en la organización de don Alfredo Harp Helú. Más allá de ello, todo había quedado en el terreno de juego y en los tradicionales duelos de porras en la tribuna, lo que nunca pasó a mayores, hasta que el pasado miércoles algún inadaptado se apareció en estadio Alfredo Harp Helú, para colocarse atrás de Home y empezar a meterse con la gente de Pericos e incluso tuvo la oportunidad, por su privilegiada ubicación, de bajar prácticamente al dugout a insultar al manager de Puebla, Sergio Omar Gastelum.
Creo que es muy triste que este tipo de cuestiones empiecen a darse en el béisbol que siempre ha sido un deporte familiar en nuestro país.
No queremos vivir en el Rey de los deportes lo mismo que en el fútbol en los últimos años, dónde hemos sido testigos que, con la llegada de las famosas barras a Pachuca, estas se extendieron a lo largo y ancho del país para, con el pretexto de apoyar a una escuadra, se han dado desmanes que han estado a punto de provocar auténticas tragedias.
No queremos eso. pero no deja de decepcionar que lejos de erradicarlo de raíz, los encargados de la seguridad en los parques, y particularmente en el de la Ciudad de México, se hayan limitado a ver de lejos el accionar de este tipejo que tendría que haber sido vetado ya de cualquier parque de la República Mexicana.
No, la guardia privada se limitó a ver de lejos la situación y no intervenir.
Esto es un llamado a tiempo para que se tomen decisiones radicales en la Ciudad de México y en otras plazas donde hay béisbol en nuestro país para que se tomen medidas de precaución, porque siento que todavía estamos a tiempo.
Reí itero, no queremos replicar lo que ya se está presentando en el fútbol y que está alejando a la afición de los estadios.
Por hoy es todo, si Dios quiere, aquí estaremos la próxima semana.
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