La economía de las mascotas: oportunidades para emprender

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En México no hablamos solo de dueños de mascotas, sino de «tutores» de perrhijos y gathijos. Y detrás de ese cambio de lenguaje hay un cambio de billetera: 69 por ciento de los hogares tiene al menos una mascota. Muchos hogares destinan entre 7 mil y 15 mil pesos al año en alimento, veterinario y cuidados básicos. Es una economía afectiva que mueve miles de millones.

Diversos estudios estiman que el mercado de mascotas en México rebasó los 5 mil millones de dólares en 2024, con el alimento como motor principal y una tasa de crecimiento cercana al 5 por ciento anual en los próximos años. A esto se suma el aumento del comercio electrónico, las apps y la humanización de las mascotas: ahora buscamos croquetas premium, cuidado dental, guarderías con webcams y hasta funerales dignos para despedirlas.

Pero no todo es brillo: aún hay mucha informalidad, maltrato y desinformación. El abandono crece y muchas familias compran impulsivamente sin entender el compromiso de 10 a 15 años. Un buen modelo de negocio en este sector educa, filtra clientes y dice que no cuando es necesario. Si no ponemos en el centro el bienestar animal, tarde o temprano seremos exhibidos en redes y castigados por el consumidor.

¿Dónde están las oportunidades para quienes emprendemos?

Alimentación y salud preventiva: La comida ya no es «lo que sobre en la casa». Tenemos espacio para desarrollar marcas de alimento premium, snacks saludables, dietas especiales y suplementos, siempre de la mano de veterinarios. Si incorporamos modelos de suscripción (enviar el alimento cada mes a casa), ganamos flujo, datos del cliente y fidelidad. El reto es construir confianza con formulaciones claras y respaldo técnico.

Servicios de cuidado: día, noche y viaje: Guarderías, hoteles, paseadores certificados, estéticas caninas y transporte especializado resuelven la vida de quienes trabajan todo el día o viajan. La clave está en la confianza: cámaras, reportes en tiempo real, contratos, seguros y protocolos claros. Aquí la experiencia de las personas dueñas es tan importante como la de los animales, y debemos diseñarla a detalle.

Salud y bienestar integral: Si administramos bien clínicas veterinarias de barrio y les sumamos planes de membresía (vacunas, desparasitación, chequeos y emergencias básicas), podemos generar ingresos recurrentes y profesionalizar un servicio todavía informal. Al integrar laboratorio básico, teleconsulta y recordatorios digitales, aumentamos valor sin requerir inversiones imposibles.

Experiencias, comunidad y despedida: Cafés pet friendly, eventos, carreras con perros, sesiones de adiestramiento en grupo y servicios funerarios o de cremación nos permiten acompañar todo el ciclo de vida de la mascota. Aquí el valor está en crear comunidad y rituales significativos que den sentido a la relación humano–animal.

La pista central es clara: estamos dispuestos a pagar más cuando sentimos que nuestras mascotas son tratadas como familia, no como «producto». Nuestro reto como emprendedores es profesionalizarnos, certificarnos, usar tecnología y poner siempre en el centro el bienestar animal. Si logramos combinar cariño, servicio impecable y un modelo de negocio escalable, tendremos un espacio ganado en uno de los mercados más dinámicos de México.

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