Las adicciones producen múltiples daños y consecuencias al individuo y a su círculo cercano, así como a la sociedad. Problemas de salud, económicos, con la pareja, familiares, disminución del rendimiento laboral o escolar, ausentismo, accidentes o lesiones, son algunos de los aspectos relacionados con este tipo de trastornos, afirmó Christian Gabriel Toledo Lozano, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Es un tema complejo, resultado de situaciones multifactoriales, que tienen que ver con el consumo de una sustancia o un tipo de comportamiento en particular, donde se modifica el funcionamiento de algunos circuitos cerebrales, el pensamiento, las emociones o el comportamiento.
El académico explicó que existen dos tipos de adicciones: a sustancias, coloquialmente conocidas como drogas, y comportamentales.
Dentro de las primeras se encuentran alcohol, tabaco, mariguana, anfetaminas, cristal, algunos medicamentos para dormir y otras sustancias cada vez más prevalentes en todas las poblaciones a nivel mundial; México no es la excepción.
Según el Informe sobre la Situación de la Salud Mental y el Consumo de Sustancias Psicoactivas en México (Secretaría de Salud-Consejo Nacional contra las Adicciones), durante el año pasado 101 mil 142 personas demandaron tratamiento por consumo de sustancias psicoactivas en los centros de Atención Primaria en Adicciones, de Integración Juvenil y no gubernamentales; de ellos, 84.6 por ciento fueron hombres y 15.4 por ciento mujeres.
Los usuarios de sustancias psicoactivas que demandaron tratamiento presentaron edad promedio de 25.4 años; 8.26 por ciento fueron menores de edad (11 a 17 años); 71 por ciento personas solteras y 29 por ciento casadas o en unión libre; 43 por ciento contaba con estudios de secundaria, 28.2 de bachillerato, 16.9 primaria, 8.6 profesional y 1.8 no contaba con ningún tipo de estudio; 40.6 por ciento tenía empleo, 37.1 dijo estar desempleado y 15.8 era estudiante.
Las sustancias cuyo consumo causó mayor demanda de tratamiento, según el estudio, fueron los estimulantes de tipo anfetamínico, que incluyen a las anfetaminas, metanfetaminas, éxtasis o estimulantes de uso médico con 30.2 por ciento de los casos, seguidos del alcohol con 24.5 y la marihuana, 15.1. En el periodo 2013-2020 es posible identificar que la demanda de tratamiento por consumo de esos estimulantes se incrementó 218 por ciento.
Los usuarios iniciaron el consumo de cualquier sustancia psicoactiva (incluyendo alcohol y tabaco) en promedio a los 13.6 años y la sustancia de impacto la comenzaron a usar en promedio a los 16 años de edad, añade el estudio.
En tanto, las adicciones comportamentales tienen que ver con situaciones relacionadas a una conducta gratificante que la persona no puede suspender porque hacerlo le produce malestar, como si estuviera abstinente de una sustancia, y la tiene que repetir, como una conducta recurrente, compulsiva. Ese es el caso del trastorno por juego o ludopatía, o los trastornos por adicción a internet o videojuegos.
Además, añadió, existen otro tipo de conductas en estudio que, aunque tienen características de trastornos adictivos, aún no están incluidos en los manuales de los especialistas, como la adicción al sexo, al ejercicio, a las compras o a la comida.
Toledo Lozano señaló que un aspecto importante de los trastornos adictivos es que, por lo regular, van acompañados de algún otro tipo de síntomas psiquiátricos, por ejemplo, de depresión, ansiedad, esquizofrenia, trastorno obsesivo-compulsivo o problemas de sueño, entre otros.
A esa combinación de un trastorno mental con uno adictivo se le conoce como patología dual. “Y en realidad, más que la excepción, es la regla, ya que entre 80 y 90 por ciento de las personas que tienen un trastorno adictivo pueden tener patología dual”. Por supuesto, añadió, para obtener un buen resultado en el tratamiento, deben ser atendidas ambas situaciones.
El universitario aseguró que no todas las personas que consumen tienen una adicción. Puede haber consumos esporádicos, recreativos, ocasionales, recurrentes, casi a diario, o de manera tan intensa que pongan en riesgo a la persona, o dependencia, con consumos elevados que cuando no existen producen síntomas de abstinencia, o necesidad de consumir más para tener los mismos efectos.
El especialista apuntó que existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de presentar una adicción y pueden ser de varios tipos: individuales, psicológicos o socioculturales. Por ejemplo, este problema es más frecuente en el sexo masculino. También puede influir un temperamento impulsivo desde pequeño, pocas habilidades sociales para interactuar o saber expresar emociones, una situación económica complicada, sustancias disponibles y de fácil acceso, etcétera. La combinación de ellos puede incrementar la vulnerabilidad para tener un trastorno adictivo.
Cuando se registra una adicción en el cerebro, mencionó Toledo Lozano, se producen cambios neurobiológicos; un caso es el aumento de la liberación de una sustancia denominada dopamina, aunque otros neurotransmisores, como la acetilcolina, también se modifican. De forma crónica produce cambios en los circuitos cerebrales.
Para las adicciones o patología dual existen diferentes tipos de tratamiento basados en evidencia, explicó Toledo Lozano. Sin embargo, “considerarlos de forma aislada, y atender sólo la adicción o la enfermedad metal, no es lo más adecuado”.
Un aspecto importante es que cada persona requiere la atención de ciertas necesidades, que no son las mismas entre los individuos. Los tratamientos farmacológicos pueden ser necesarios en numerosos casos, junto con la psicoterapia; ambos se modifican en el tiempo.
“Hay que individualizar cada situación y tener un enfoque centrado, no en la enfermedad, sino en cada persona; eso es lo básico. Y los tratamientos, por lo regular, deben ser multimodales; es decir, atender situaciones de intoxicación, abstinencia o prevención de recaídas, junto con las de familia, pareja y comunidad, para brindar el apoyo adecuado a necesidades específicas”, refirió.