La inteligencia artificial también se utiliza para cultivar alimentos

En Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, se cuenta con un sembradío de hortalizas monitoreado por software que, de manera constante, envía información a “la nube” con respecto a los requerimientos de cada cultivo; aunque emplea tecnología de punta, es posible replicar este proyecto en los hogares.

En medio de la crisis económica, alimentaria y ambiental que se vive, lo más recomendable es plantar un huerto en nuestro balcón o azotea. “La ventaja es que para ello ahora podemos pedirle ayuda a la inteligencia artificial (IA)”, afirmó la subdirectora del recinto, Claudia Hernández García.

Se ubica en el patio trasero del recinto, junto a la casa sustentable que en 2014 permitió ganar a la Universidad Nacional el Decatlón Solar de Europa. Este proyecto, cuyo nombre oficial es Huerto Urbano Interactivo (HUI), fue desarrollado junto con Microsoft; consta de 30 contenedores rellenos de un sustrato especial donde -en medio del revolotear de mariposas y el zumbido de una que otra libélula-, crecen una treintena de frutos, hierbas de olor, plantas medicinales y legumbres.

“Contamos con una serie de sensores insertos en la tierra que nos alertan sobre las necesidades de cada cultivo, así como con cámaras que monitorean el crecimiento de las hortalizas. Las cosechas son frecuentes y lo producido lo repartimos entre becarios, trabajadores y el público que tenga el buen tino de venir en un día de recolección”, expuso.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en los últimos 12 meses los comestibles registran alza de 12.09 por ciento, situación preocupante en un país como México donde las familias más pobres dedican hasta 50 por ciento de sus ingresos a la adquisición de una canasta básica. Ante este escenario, en el Museo se considera que enfocarse a los cultivos domésticos es una buena estrategia para sobrellevar las turbulencias del mercado y, además, ahorrar.

Tener una huerta en casa representa únicamente ventajas, desde el punto de vista económico y ecológico. “Si fuesen un óleo, nuestras ciudades serían una gran plasta de gris salpicadas por pequeñas motas de verde. En este símil, los huertos urbanos son oasis para, por ejemplo, las abejas, que encuentran ahí un lugar en donde descansar, colectar néctar, tomar agua y recuperar fuerzas para seguir su camino”, apuntó la subdirectora.

Si bien el HUI de Universum cuenta con tecnología de punta, los anfitriones del museo explican al público la manera de sustituirla en sus domicilios con un celular y aplicaciones iOS o Android, como pictureThis, plant.id o plantIn.

“Lo que hacemos aquí al conectarnos a la nube, un usuario normal lo puede lograr al subir instantáneas de sus vegetales a dichas apps para que la IA les diga qué hacer según el color y forma de lo fotografiado. Tener un huerto en el hogar es fácil; no hace falta invertir mucho, pero sí dedicarle algo de tiempo y, sobre todo, muchas ganas”, aclaró Hernández García.

Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid titulado Historia de los huertos urbanos, señala: “Los momentos de mayor auge de la agricultura en las urbes están ligados a crisis económicas y energéticas que obligan a recurrir a ella para asegurar el autoabastecimiento”.

Por ello, no es extraño que desde hace tiempo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueva este tipo de cultivos aduciendo sus múltiples virtudes, como que —debido a la optimización de los procesos— un metro cuadrado de huerta citadina es capaz de producir hasta 20 kilogramos de vegetales al año; es decir, hasta 15 veces más de lo que suele recolectarse en fincas rurales.

Esta eficiencia, aunada a la ventaja de que los alimentos no deben ser transportados de lejos, ha hecho que en tiempos tan convulsos como los de la Segunda Guerra Mundial se impulsaron los llamados Victory Gardens; es decir, huertos urbanos que lograron tan buenos resultados que se calcula que durante ese altercado bélico las dos quintas partes de las frutas y verduras consumidas en los Estados Unidos crecieron en algún recinto doméstico.

No cabe duda que, como en ese entonces, hoy atravesamos tiempos complejos, recalcó la subdirectora de Universum. “Apenas salíamos de un confinamiento que interrumpió las líneas de producción, cuando se dio una guerra en Ucrania que entorpeció la distribución de alimentos a nivel global, además de que el cambio climático no hace más que agravarse con cada año que pasa”.
En junio de 2022 el Fondo Monetario Internacional publicó el artículo War fuels food crisis, mediante el cual -luego de destacar que Ucrania y Rusia juntas proveen 12 por ciento de las calorías comercializadas en el mundo-, anticipó que la confluencia de tantas crisis dará pie a una nueva: la hambruna.

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