Al rescate del conocimiento de la medicina tradicional

La prevalencia de diabetes diagnosticada en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2002, fue de 12.6 por ciento, mientras que la no diagnosticada de 5.8 por ciento, es decir, 18.4 por ciento de la población mayor de 20 años padece esta enfermedad.

La alumna de Química Industrial, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, Joseline Hernández Hernández, desarrolla el proyecto Estudio químico biológico de recursos vegetales empleados en la medicina tradicional por curanderos del municipio de Benito Juárez, Veracruz, en particular para el tratamiento de diabetes.

Mi labor es rescatar los valiosos conocimientos que tienen quienes llevan a cabo esta práctica con respecto al uso, preparación y administración de las plantas medicinales, destacó en entrevista.

Asesorada por la académica de la entidad universitaria, Brígida del Carmen Camacho Enríquez, acudió a las localidades de Hueycuatitla, La Reforma y Tlatlapango Grande, del municipio de Benito Juárez, Veracruz, donde con la ayuda de 11 terapeutas locales –10 mujeres y un hombre– recolectó 21 plantas medicinales que se utilizan en esos sitios para atender la enfermedad.

Joseline Hernández, quien por este proyecto obtuvo el Premio al Servicio Social Gustavo Baz Prada 2022, en reconocimiento a su destacada labor y compromiso con la sociedad, recordó que es un mal crónico no transmisible, un problema de salud que afecta de manera importante a la población.

Se trata de una de las tres principales causas de muerte en México. De acuerdo con las personas entrevistadas de las poblaciones señaladas, ha ido en aumento en esa región debido a la rápida transición del medio rural a la adopción de hábitos alimenticios de zonas urbanas, el sedentarismo y las dificultades de acceso a la salud. “Se le conoce como azúcar en la orina o en la sangre, y de acuerdo con la medicina tradicional se asocia a un susto o una muina”.

Hernández Hernández comentó además que los terapeutas o curanderos entrevistados señalaron haber adquirido sus saberes sobre la herbolaria, sus usos, recolección y posibles contraindicaciones, a través de los sueños; a otros les fueron heredados de sus madres o abuelas quienes también la practicaban.

En el caso de su estudio, acotó, la mayoría de las personas que realizan esta actividad superan los 70 años de edad, una cantidad importante lleva más de 50 años en esta labor y numerosos jóvenes de las comunidades citadas no desean continuar con la tradición.

La universitaria observó que el trabajo que efectúan ha decrecido, igual que el entendimiento sobre las plantas, debido a que los médicos van a esas comunidades y, sobre todo, porque las recientes generaciones tienen desinterés de aprender sobre la herbolaria, ya que es más fácil acudir a un médico o centro de salud para recibir atención.

Antes, la labor de los hierberos era importante, así como el de las parteras; en este último caso, algunas mujeres no quieren dar a luz en casa y recurren al hospital, apuntó.

Las 21 plantas que Joseline Hernández recolectó, en colaboración con sus entrevistados, y cuyo nombre común de varias permanece en lengua náhuatl sin traducción al castellano, son: Carta de serena, Chichikxohuitl, Kosolmecatl, Ojoxijtli, Pemuch, Guásima, Chichiyajtli, Mango, Palo de Azul, Pionchi, Tres hojitas, Cola de Caballo, Mozotl, Palo de víbora, Trompa de puerco, Chichijtli, Guanábana, Nopal, Pata de vaca, Yuca y Zapote chiquito.

Es importante señalar que a lo largo del año las plantas no tienen los mismos principios activos y tampoco se pueden recolectar todo el tiempo; se trata de un quehacer arduo el que realizan los médicos tradicionales al recolectarlas.

Puntualizó que los resultados de la investigación, en principio, quedaron en un catálogo bilingüe, en el cual se documentó la información recolectada y la importancia de preservar la lengua náhuatl; sin embargo, también se requiere conocer los efectos secundarios de las plantas.

En ese sentido, indicó que las 21 recolectadas se llevaron al Herbario de la FES Cuautitlán donde serán estudiadas para obtener la taxonomía y sus nombres en castellano, a fin de indagar más sobre ellas y documentarlo.

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