Rafael Cañas
París, 19 mar (EFE).- ‘La Virgen del canciller Rolin’, el único cuadro de Jan van Eyck de la rica colección del Louvre, ha recuperado su luz y su brillo tras dos años de restauración, que ahora preside una exposición con la que el museo parisino rinde homenaje al maestro flamenco.
‘Redescubrir Van Eyck’, presentada este martes, reúne junto al cuadro restaurado otros cinco del pintor, del que solo han llegado a nuestros días una quincena de obras, además de unas 60 piezas, entre pinturas de la época, esculturas y libros iluminados.
Pintado hace casi seis siglos, hacia 1430, la obra del Louvre “estaba muy sucia” y tenía “muchas capas” de barniz amarillo y grueso “que impedían apreciar los volúmenes de las figuras, la paleta de colores y la precisión de los detalles”, explica a EFE la comisaria de la exposición, Sophie Caron.
El proceso de restauración incluyó un cuidadoso análisis, que duró más de seis meses, a través de rayos X e infrarrojos para determinar el estado del panel de madera de roble sobre el que está pintada la obra.
Este cuadro tiene la particularidad de que no fue concebido para estar colgado, sino que está pintado también por detrás, con una hábil imitación del mármol veteado verde, ya que estaba pensado como ornamentación de un monumento funerario para ser visto por ambos lados, lo que también explica su formato casi cuadrado (69×71 centímetros), inusual en la época.
Nicolas Rolin, canciller del ducado de Borgoña (entonces una gran entidad cuyos territorios se repartían entre Francia y el Imperio Germánico), encargó la obra para usarla como altar portátil en sus viajes y después incorporarla a la tumba que se construyó en la iglesia de su localidad natal de Autun (norte de Francia).
La restauración permitió ver que bajo la pintura había un dibujo sobre el que pintó el autor. Después, los especialistas retiraron las capas de barniz y restauraron la parte trasera.
La iglesia de Autun fue destruida durante la Revolución Francesa y el cuadro acabó en el Louvre en 1805, donde se mostraba colgando, lo que impedía ver la parte trasera.
Luz, color y atención al detalle
‘La Virgen del canciller Rolin’ que resurge de la restauración es ahora un cuadro que cautiva por su luminosidad y su colorido, pero también por la atención minuciosa del artista por los pequeños detalles, como bordados, joyas o pliegues textiles.
“Van Eyck es un maestro de la luz”, explica Caron, “y fue admirado por sus contemporáneos por su manera de mostrar cómo la luz reacciona en diferentes superficies y materias”, como cristal, terciopelo, pelo animal o piedra.
Además, esta pintura muestra, como otros de maestros flamencos o italianos del final de la Edad Media, la superposición de distintos planos, el uso de elementos arquitectónicos, el trabajo de la perspectiva o el inicio de la técnica del ‘sfumato’.
“El agrupamiento de todos estos parámetros condensa en una sola obra muchos temas que se ven en otras de Van Eyck”, resume.
Pero Caron, que es conservadora de pintura en el Louvre, reconoce que en esta obra Van Eyck no buscó “una construcción matemática a la italiana”, ya que algunas perspectivas “no son muy exactas”.
En este trabajo se muestra “como un maestro de la construcción (de los planos), al tiempo que se libera del aspecto matemático” de la perspectiva, explica.
Igualmente, la pintura muestra, igual que otras de sus coétaneos, una creciente preocupación por el realismo, mostrando arrugas o cicatrices de los personajes.
La comisaria no descarta que Van Eyck (nacido hacia 1390 y fallecido en 1441, y que tuvo su taller en Brujas, Bélgica), pudiera haberse inspirado en elementos arquitectónicos o paisajísticos que conoció en la península ibérica, ya que acompañó a la comitiva que viajó para solicitar la mano de Isabel de Portugal, casada en 1429 con el duque Felipe el Bueno.
La obra maestra de Van Eyck es el retablo de la catedral de Gante (Bélgica), un políptico de doce tablas realizado junto a su hermano Hubert.
La muestra, que terminará el 17 de junio, incluye cinco cuadros más de Van Eyck, como ‘La Anunciación’, prestado por la Galería Nacional de Washington, y también algunos de su paisano y coetáneo Rogier van de Weyden.
También hay libros religiosos iluminados, esculturas, capiteles y otros elementos arquitectónicos que ayudan a poner en perspectiva el trabajo de los artistas a comienzos del siglo XV, cuando el arte medieval evolucionaba de forma inexorable hacia el Renacimiento.