Por: Paul Cabrera
En un caso que ha conmocionado al país, Kristel Candelario, de 32 años, fue sentenciada el lunes a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por la muerte de su hija Jailyn, de 16 meses. Candelario admitió ser culpable de homicidio agravado y poner en peligro a un menor como parte de un acuerdo de culpabilidad con la fiscalía del condado de Cuyahoga.
El trágico suceso tuvo lugar cuando Candelario dejó a su hija sola en casa para irse de vacaciones a Detroit y Puerto Rico. Después de diez días, al volver, descubrió que la niña había fallecido. Jailyn fue encontrada por los servicios de emergencia “sumamente deshidratada”, y la autopsia reveló que murió a causa de hambre y deshidratación severa.
El juez del Tribunal de Litigios Ordinarios del condado, Brendan Sheehan, enfatizó la seriedad de los actos de Candelario al decir que “así como no permitió que Jailyn saliera de su confinamiento, también debe permanecer el resto de su vida en una celda privada”. Sheehan dijo que esto no fue solo un descuido, y le instó a Candelario a haber buscado ayuda o cuidado para su hija en su ausencia.
El debate sobre la responsabilidad parental y el bienestar de los hijos ha sido desencadenado por la tragedia. La condena de Candelario es un recordatorio sombrío de las graves consecuencias de la negligencia infantil.
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