París, 2 abr (EFE).- Más de 500 piezas arqueológicas sobre la sociedad y cultura mexica, con frecuencia denominada erróneamente azteca dentro del imaginario europeo, integran una exposición inédita en Europa que se inaugura mañana, miércoles, en el Museo Quai Branly de París.
‘Mexica. Ofrendas y dioses en el templo mayor’, que permanecerá abierta hasta el próximo 8 de septiembre, es el resultado del proyecto arqueológico Templo Mayor -fundado en 1978 por Eduardo Matos y retomado por Leonardo López Luján en 1996-, en el que rescatan los tesoros que los mexicas enterraron en Tenochtitlán durante los siglos XV y XVI.
Según López Luján, la muestra retrata cómo la dualidad (noche-día, por ejemplo) es “una verdadera obsesión” para el que fue uno de los imperios dominantes de Mesoamérica.
Cipactli, un ser mitológico mitad cocodrilo y mitad pez retratado en la exposición, encarna esa dualidad.
La relación entre humanidad y deidades se producía sobre todo en el Templo Mayor, lugar central para los sacrificios y las ofrendas, “objetos hechos para impresionar”, según otra de las comisarias, Fabienne de Pierrebourg.
Tenían la firme creencia de que el universo “funciona gracias al sacrificio de los dioses”, destacó De Pierrebourg.
Joyas, instrumentos musicales y esqueletos animales y humanos servían de ofrenda y eran colocados, además de en las casas y en el templo, en lugares muy específicos de la arquitectura urbana en los que confluían ambos mundos – el terrenal y el celeste -, como los cruces de caminos o alrededor de las fuentes de agua.
Las más 500 piezas, entre las que destaca el Códice borbónico, tratan de aclarar que el pueblo mexica y el azteca no eran el mismo, como creían los colonizadores europeos. Los Mexicas se habían emancipado de los Aztecas para establecerse en el golfo de México entre el siglo XIII y 1521 y crear su propia metrópolis.
“No es París, Roma, ni Nueva York, pero es gente avanzada para su época”, subrayó López Luján.
El impacto de la colonización española
La llegada de los españoles en 1492 tuvo “efectos catastróficos”, según De Pierrebourg, pues no solo impactó sobre la demografía con el brote de epidemias sino que gran parte de los rituales, como apuntan los paneles durante el recorrido, se consideran “satanizados”.
Con todo, la civilización mexica trató de mantener su tradición pese a las restricciones impuestas por los españoles.
De ahí que, por ejemplo, en vez de representar figuras antropomorfizadas de cultivos con papel de fibras vegetales amate -prohibido por los colonizadores por hacer competencia al traído de España- se sirvieron de materiales alternativos.
Esa metodología fue, junto con la transmisión intergeneracional, lo que ha permitido la continuidad de las tradiciones, tan arraigada en la identidad mexicana y que se refleja en la actualidad, bajo el criterio de López Luján, en “las prácticas de los grupos indígenas”.
La investigación arqueológica continúa rescatando, tras 46 años de actividad ininterrumpida, objetos de interés como puede ser el reciente hallazgo de ofrendas que contenían los restos de grandes depredadores (pumas, jaguares, lobos, halcones, águilas).
Dichos restos, antes de ser inhumados, eran vestidos como guerreros porque “por su fiereza se les equiparaba con las órdenes militares más importantes”, detalló el director del proyecto del Templo Mayor.
‘Mexica. Ofrendas y dioses en el templo mayor’ es un proyecto colaborativo entre el Museo Quai Branly de París, el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y tiene aportaciones del Museo Etnográfico de Basilea (Suiza).