Ya hemos hablado antes sobre la calidad y la inmediatez como factores que influyen en el entretenimiento en nuestros días, la forma en que consumimos lo que vemos y oímos; la facilidad y “accesibilidad” a un mundo de posibilidades para disfrutar incluso sin salir de casa (claro considerando el poder adquisitivo como una casilla cumplida, pero que en términos de la media puede adaptarse según las afinidades de cada quien). Pero así como sabemos de la rapidez para consumir, también existe otro factor determinante, que a mi parecer, en los últimos años ha ido decreciendo en esta jungla de concreto, el tiempo de ocio de las personas.
Ya decía yo que vivimos un momento posibilidades en todos lados y a todas horas para disfrutar lo que nos gusta siempre y cuando haya, además de dinero y medios, tiempo; y el tiempo, o poco de él, ha venido a ser otro factor clave en lo que vemos y cuando lo vemos. Porque no es lo mismo informarse o enterarse de algo de interés condicionado a determinado horario de un medio tradicional, que tener la libertad de escuchar un podcast por ejemplo, mientras se trabaja, se hace ejercicio o cualquier actividad de manera que no interrumpa su rutina.
Pero a veces ni eso es suficiente, porque la inmediatez no solo aplica a tiempos de espera sino a tiempos en la duración de lo que vemos; y que mayor ejemplo de esto que la aplicación que cambió el juego para siempre (hasta que llegue la próxima), “TikTok”; porque nos guste o no, odiada por muchos amada por tantos más, TikTok vino a ser otro parte aguas en la forma de consumir lo que vemos, de informar a una generación, de orientar (o desorientar), de generar interacción en solo 15 segundos.
En la Era del “no tengo tiempo”, esta app que definió a una generación nos enseñó a muchas otras, que solo se necesitan 15 segundos para informar, entretener, hacer reír, orientar, desinformar, causar controversia, educar, causar pánico, generar fama, posibilidades infinitas que no terminaremos de enumerar. Como sobrevivientes de esta sociedad cada vez más rápida y hostil, 15 segundos de entretenimiento son todo lo que necesitamos para interesarnos por algo y todo el tiempo que podemos dar sin perder el foco de atención sin pasar a otro asunto, por eso hemos visto crecer a tantas nuevas “personalidades” en últimos años (para bien y para mal), porque decir que todas los creadores salidos de TikTok o el contenido que ahí se genera es basura, seria satanizar el proceso evolutivo de comunicación, interacción y socialización de la era digital, aunque a veces nos parezca lo opuesto.
Herramientas como esta confirman la teoría de la larga carrera en la que vivimos día a día y por la que necesitamos saber, informarnos y recrearnos al momento, en cualquier momento pero en poco tiempo; porque solo así llenamos las grietas de libertad que quedan de nuestra vida cotidiana la mayoría de las veces y es aquí, justo en este punto donde me pregunto ¿De qué las estamos llenando? ¿Analizamos la calidad, no solo la calidad, la calidez de lo que vemos? Porque ya no solo se trataría del valor de lo que consumimos, sino de cómo nos hace sentir, y si todo lo que entra por nuestros ojos y odios nos da guerra y no paz, entonces ¿Por qué si decimos que somos libres de consumir lo que queramos, no es algo que sea de verdadero agrado para nosotros? Y lo que eso sea ya depende y es a juicio de cada uno.
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