Por: Paul Cabrera
El día de hoy, Colombia y Latinoamérica está de luto por la noticia del fallecimiento de Javier Acosta, un joven de 36 años cuya vida y decisión final han conmovido a millones. Tras casi 10 años de lucha contra la osteomielitis, una rara y dolorosa infección ósea que lo dejó en silla de ruedas y le causó un sufrimiento incesante, Javier tomó la difícil decisión de optar por la eutanasia, permitida en Colombia en casos de enfermedades terminales o incurables.
Javier Acosta, conocido por ser hincha del equipo de futbol “Millonarios”y su inquebrantable espíritu , documentó sus últimos días, compartiendo con sus seguidores en redes sociales los momentos su despedida. “Mi gente, ya resta una hora. La incertidumbre aumenta, la ansiedad ataca, los dolores no dan tregua. Mi familia llora. Esto no es fácil”, escribió poco antes de que se iniciara el proceso que pondría fin a su sufrimiento.
A lo largo de su vida, Javier fue un hombre activo, amante del fútbol y dedicado a su familia. Sin embargo, tras contraer una bacteria que afectó gravemente su salud, su vida cambió drásticamente. La infección se extendió a sus huesos hasta llegar a sus tejidos, en sus últimos meses, se complicó aún más con un diagnóstico de cáncer en la sangre. Donde la eutanasia se convirtió en la única opción para evitar un mayor sufrimiento.
El anuncio de su decisión generó una gran ola de apoyo en redes sociales, y su partida no fue diferente. Decenas de personas, incluidos hinchas del equipo “Millonarios”, al que Javier apoyó apasionadamente, se reunieron afuera de la Clínica San Ignacio de Bogotá, donde pasó sus últimas horas, para rendirle homenaje.
“Se va un guerrero para lo más alto y queda vivo en nuestros corazones”, se lee en la última publicación en sus redes sociales, donde su familia pidió respeto por la memoria de Javier y por el difícil momento que atraviesan.
Javier Acosta no solo se despidió de su familia y amigos con un mensaje de agradecimiento y amor, sino que también dejó un legado que resuena en el corazón de quienes conocieron su historia. Su decisión, aunque dolorosa, fue un acto de valentía y un recordatorio de la importancia de vivir cada día al máximo, apreciando a quienes amamos.