La décima edición del Rock in Río, que comenzó este viernes y espera atraer a 700.000 espectadores en siete noches de conciertos hasta el 22 de septiembre, inyectará 3.000 millones de reales (unos 540 millones de dólares) a la economía de Río de Janeiro.
El cálculo es de los comerciantes y hoteleros de esta ciudad brasileña, así como de los organizadores del evento, que prevén que el movimiento en estas dos semanas aumentará un 25 % con respecto al del mismo período de 2022.
“Calculamos ese aumento (25 %). Ese ha sido el promedio siempre que hay un evento grande como este que atrae turistas brasileños y extranjeros, principalmente de Suramérica”, aseguró el presidente regional de la Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes, Pedro Hermeto.
De cumplirse esta proyección, la edición en la que se conmemoran los 40 años del nacimiento del festival musical inyectará en Río de Janeiro un 50 % a más que en 2022.
El aporte económico provendrá principalmente de los gastos que los 470.000 turistas esperados para el festival, principalmente procedentes de otras ciudades brasileñas.
“El 60 % de las 700.000 personas que pagaron entradas es de fuera del estado de Río de Janeiro. Históricamente la mayoría que viene al festival aprovecha para hacer turismo en la ciudad y se queda otros dos o tres días, lo que beneficia a hoteles, restaurantes y bares”, asegura Luis Justo, presidente de Rock World, organizador del festival.
El aumento del movimiento comenzó a sentirse desde hace algunos días en el aeropuerto internacional, que prevé recibir este fin de semana y el próximo 380 vuelos adicionales, un número en un 200 % superior al del Rock in Río de 2022.
La patronal HoteisRio calcula que la ocupación hotelera en los dos fines de semana del festival llegará al 80 %, porcentaje que debe superar el 90 % en la región de Barra de Tijuca, que alberga la Ciudad del Rock.
La demanda por apartamentos de alquiler por temporada en las plataformas especializadas también aumentó en un 110 %.