El papa Francisco lamentó este viernes que todavía se tache de “comunistas” a los cristianos que asisten a los pobres y, entre otras cosas, denunció la falta de asistencia a los sintecho o el desperdicio de alimentos en las ciudades.
“Los pobres no pueden ser un número, un problema o, peor aún, un descarte. Son nuestros hermanos, carne de nuestra carne (…) Debemos sentir la cuestión de la pobreza como una urgencia eclesial”, dijo en la asamblea de la diócesis de Roma ante miembros de la sociedad civil reunidos en la basílica de san Juan de Letrán.
“Y por favor, no digamos que los cristianos, las religiosas o los curas que trabajan con los pobres son comunistas. Por favor, detengamos esto. Porque esto todavía se dice”, reprochó.
El pontífice, también obispo de Roma, escuchó previamente a varios vecinos de las periferias de la capital que se lamentaban de la pobreza y la marginalidad que padecen en sus barrios, así como la desigualdad que sienten en comparación con las zonas ricas.
Francisco subrayó que actualmente “hay gente que vive en la calle, jóvenes que no consiguen encontrar un trabajo o casas, ancianos y enfermos que no tienen acceso a tratamientos, jóvenes que se hunden en las dependencias de las drogas y otros vicios modernos o personas marcadas por sufrimientos mentales, abandonadas y desesperadas”.
“Esto no puede ser un dato estadístico, son los rostros y las historias de nuestros hermanos que nos tocan e interpelan. ¿Qué podemos hacer nosotros? ¿Vemos en estas personas el rostro de Cristo sufriendo? ¿Qué podemos hacer? ¿Una fiesta para recaudar fondos para los pobres? La hipocresía es mucha”, criticó el papa.
Francisco llamó a la Iglesia a “hacerse cargo” de los pobres pero de una forma personal y humana: “A veces, cuando confieso a alguien, pregunto si da limosna y me responden que sí. Pero luego pregunto si al darla, mira a los ojos del pobre o tocan su mano y responden que no. Tiran la moneda y continúan”, aseguró.
“La Iglesia está llamada a asumir un estilo que ponga en el centro a quienes están marcados por las distintas pobrezas, de comida, de esperanza, de justicia o los sedientos de futuro o de relaciones reales para afrontar la vida”, instó.
Asimismo, Francisco criticó las “contradicciones” de una ciudad en la que se desperdicia comida mientras hay gente que pasa hambre, algo que él mismo ha visto en un restaurante cerca del Vaticano.
“Cómo podemos aceptar que en nuestra ciudad se tiren quintales de comida y luego haya familias que no tienen para comer, que haya miles de sitios vacíos mientras miles de personas duermen en una acera o que algunos ricos tengan acceso a la medicina que necesita y el pobre no pueda curarse dignamente”, cuestionó.
“Una ciudad que asiste inerme a estas contradicciones es una ciudad lacerada así como lo es todo nuestro planeta”, zanjó, ante los cientos de asistentes a la asamblea diocesana, entre ellos el propio alcalde romano, Roberto Gualtieri.