La imagen de un supuesto tiburón blanco en el lago Neuchâtel, Suiza, se viralizó hace unos años causando escalofríos entre los buceadores que lo descubrieron.
Sin embargo, la realidad detrás de este hallazgo resultó ser menos aterradora pero igualmente intrigante, se trataba de una estatua de un esqueleto de tiburón colocada en las profundidades del lago.
El lago Neuchâtel, conocido por sus tranquilas aguas y paisajes escénicos, se convirtió en el escenario de un inesperado encuentro para un grupo de buceadores.
Mientras exploraban las profundidades, se encontraron cara a cara con lo que parecía ser un tiburón blanco, uno de los depredadores más temidos del mundo marino.
La sorpresa inicial se transformó en curiosidad al descubrir que no era un animal real, sino una réplica de su esqueleto.
La estatua, hecha de fibra de vidrio y con una longitud aproximada de 20 pies, muestra una escalofriante precisión en los detalles.
Su mandíbula abierta con dientes afilados y los huecos de sus ojos generan una expresión impactante que ha causado reacciones diversas entre quienes han visto las imágenes con el paso de los años.
No obstante, uno de los grandes misterios sigue siendo cómo llegó esta figura al fondo del lago y con qué propósito fue colocada allí.
El origen de esta estatua de tiburón blanco ha generado múltiples especulaciones entre los lugareños y en las redes sociales. Algunas de las teorías más mencionadas incluyen:
Independientemente de su origen, la figura ha generado un gran interés tanto entre los habitantes locales como entre los usuarios de redes sociales, quienes han compartido sus impresiones sobre el hallazgo.
Las imágenes de la estatua, siempre que son compartidas en redes sociales, generan reacciones entre los internautas, expresan desde asombro hasta miedo al imaginarse enfrentándose a esta figura en las profundidades. Algunos de los comentarios destacados son:
La figura, gracias a su estructura semi hueca, flota en las profundidades del lago, lo que contribuye a su efecto visual imponente.
Además, expertos señalan que si se tratara de un esqueleto real, este ya se habría desintegrado con el tiempo, confirmando que es una construcción artificial.
Crédito: Excelsior