El emocionante acto de reapertura de Notre Dame dio este sábado aire a Emmanuel Macron, que ha sufrido una semana aciaga y que pudo presentar este logro ante líderes internacionales y el resto del mundo mientras pena por devolver la estabilidad política a Francia.
El presidente francés, que hace solo tres días vio cómo el Gobierno caía por la primera moción de censura exitosa en 62 años, volvió a un papel más agradecido y que le encanta desempeñar, el de jugador en el escenario internacional y anfitrión distinguido en un acontecimiento de alcance mundial, como los recientes Juegos Olímpicos de París.
Macron aprovechó la presencia del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, para sentarlo en un lugar de privilegio, entre él y su esposa Brigitte, en una especie de ‘diplomacia de los monumentos’.
Entre la cuarentena de líderes internacionales estaba además el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien recibió una nutrida ovación de una buena parte de los 1.500 invitados al oficio religioso que marcó el histórico evento.
Precisamente, Macron se reunió previamente con Trump y Zelenski en el Elíseo para discutir la guerra de Ucrania, entre otros asuntos, por lo que llegó con retraso a dar la bienvenida a la mayoría de los demás jefes de Estado y Gobierno, tarea que cumplió parcialmente el primer ministro en funciones, Michel Barnier.
Aunque Macron acababa de separarse de Trump y Zelenski, se abrazó con cada uno de ellos cuando llegaron por separado a las puertas de la catedral.
También se sumó al evento a última hora el multimillonario empresario Elon Musk, uno de los hombres de confianza de Trump y participante habitual en foros de inversión y de tecnología en París en los últimos años.
Y no faltó una nutrida representación de la élite política francesa, que hizo de la reapertura de la catedral, que simboliza a París y a Francia, un acto de unidad en medio de la crisis política interna que vive el país.
“Esta noche, juntos, podemos compartir el júbilo y el orgullo”, proclamó Macron en un breve discurso, que tuvo lugar dentro del templo debido al vendaval del exterior, donde estaba inicialmente programado para marcar la estricta separación Iglesia-Estado que hay en Francia.
Macron manifestó también la “gratitud” a los bomberos que salvaron la catedral del gravísimo incendio de abril 2019, que hizo temer la ruina completa del templo, y a todos los que han trabajado en su reconstrucción, antes de “devolverla a los católicos, a París, a Francia y al mundo entero”.
La simbólica apertura de las puertas y el oficio religioso posterior marcaron el retorno de Notre Dame al culto, en una ceremonia dominada por la emoción de su recuperación, el asombro por su recobrada belleza y el orgullo de Francia por mostrar su espléndido patrimonio y su capacidad para concluir el reto de su restauración.
Cinco años y medio después del incendió que destruyó parcialmente la catedral símbolo de París -y uno de los monumentos más conocidos en todo el mundo-, el tañer de las campanas, el retorno de los ritos religiosos, el sonido del órgano, los cánticos del coro y los fieles y el olor del incienso demostraron que Notre Dame vuelve a ser una realidad.
La blancura de la piedra que da forma a sus bóvedas y muros góticos, libre tanto de la carbonilla como de la suciedad acumulada durante siglos, y el colorido de sus vidrieras y pinturas, recuperado tras el incendio, destacan de forma deslumbrante ayudados por la nueva iluminación.
El resultado es “una catedral que estalla de luz”, como dijo el arzobispo de París, Laurent Ulrich, al dirigirse a los congregados.
Además de invitados oficiales, a este primer oficio asistieron representantes de todas las parroquias de París y de asociaciones católicas de la capital francesa.
La reconstrucción de la catedral, recuperada del olvido e inmortalizada por Víctor Hugo en su novela ‘Nuestra Señora de París’, ha devuelto al templo a su estado original gracias a trabajadores que aún mantienen en Francia las tradiciones artesanales y artísticas de la Edad Media.
Canteros, escultores, carpinteros, vidrieros, herreros o especialistas en fundición de plomo o cobre han tenido un papel fundamental, combinado con técnicas contemporáneas como el diseño por 3D, los drones o el láser.