Emilia Perez y el México presuntamente afrancesado

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La temporada de premios a lo mejor del cine y la TV de Hollywood y parte del mundo inició en Los Angeles este domingo con la entrega número 82 de los Globos de Oro que reconocen a lo más destacado del 2024. Una ceremonia que dejó un sinsabor a más de uno con el listado de ganadores y es que, para sorpresa (o no tanto) de muchos, Emilia Perez, cinta dirigida por el francés Jacques Audiard se convirtió en la gran ganadora de la noche; llevando a casa 4 reconocimientos de las 10 nominaciones que tenía, incluyendo mejor película extranjera y mejor película de comida o musical y generando gran polémica por los temas que toca, y que han resultado de gran indignación para el pueblo mexicano aun sin haberla visto en su mayoría. Me es difícil escribir de esta cinta ya que como lo menciono, al día de hoy seguimos esperando su estreno en las salas de nuestro país y verdaderamente llevo meses tratando de hablar del proyecto que si bien, seguimos a la expectativa del resultado, las opiniones ya dadas dicen mucho como para dejar pasar el tiempo sin tocar este controversial tópico hasta que llegue a los cines.

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En efecto, esta va a ser una crítica algo distinta y extraña dado que hablamos de un proyecto sin estrenar en el país, pero me encantaría tocar todo lo que hay alrededor de la historia y la situación al momento. Audiard, talentoso director de proyectos como “Un profeta”, nominada al Oscar en 2010 también por la categoría a película internacional, decidió inspirarse en México para crear una historia musical que retrata, según la sinopsis; la vida de un narcotraficante en la frontera quien después de años de perpetuar a varias personas y dedicarse al negocio, en la parte personal decide cambiar de sexo para iniciar un nuevo camino siendo quien en verdad es, Emilia Pérez. La cinta muestra todo el proceso y las implicaciones que esto le lleva a nivel emocional y familiar, dejando atrás esposa e hijos, además de toda la situación legal tanto por su cambio de sexo como por sus crímenes. Un relato que por lo que sabemos toca temas delicados como las desapariciones (nuevamente, no puedo decirlo con certeza porque pocos la han visto en nuestro territorio al día de hoy). Una película francesa, sobre México, sobre situaciones que son el día a día de nuestro país, sin ser grabada en México, sin actores mexicanos, sin un sustento real de lo que ocurre en el territorio; sin contexto real y sin estar hasta el momento disponible para el pueblo mexicano del que habla. Realmente pocas herramientas nos dan para tener un veredicto, pareciera que la decisión de que México sea el último país al que llega, siendo un filme de Netflix disponible desde hace meses en varios países fue una estrategia muy conveniente para no arruinar el camino de la cinta durante la temporada de reconocimientos. Como si quisieran que fuéramos los últimos en enterarnos del chisme siendo los involucrados.

Mucho causó controversia el trabajo de Selena Gomez quien participa en la cinta por los pésimos diálogos y el pésimo ingles que manejaba en clips que se hicieron virales en redes sociales sin embargo, enfocarse solo en eso parece nada acertado cuando toda la concepción se lee como algo además de erróneo (porque sería valido quizá que se justificara como una reinvención de la situación desde el punto de vista extranjero, incluso como una muy oscura sátira, cosa que nadie ha mencionado tampoco); pero no puede negarse que aun cuando pudiera defenderse, en papel el resultado se concibe como insensato, infame e inhumano para quienes padecen por los crímenes en el país día a día. Algo así como si yo decidirá hacer un musical sobre la violencia de género justificando a un perpetrador y humanizando su historia de vida dejando a un lado sus errores solo porque hay más como él. Pero nuevamente, no puedo hablar del asunto porque parece que como mexicano no tengo derecho aun de ver aun la cinta que habla sobre nosotros y mucho menos opinar al respecto sin fundamento, porque la perspectiva europea sabe más sobre ser mexicano que uno mismo.

Mientras seguimos esperando al estreno en cines de la “infame” historia, estaré preparando sushi para demostrarle a los japoneses que los mexicanos sabemos más sobre su comida que ellos mismos, o probando tacos gringos porque parece que todos saben más de México que uno mismo estos días.

POR ANGEL SARMIENTO

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