
El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, dijo este domingo que “en esta Semana Santa está el resumen de la existencia del ser humano” y que estos días no son de simples vacaciones.
“En esta semana está el resumen de nuestra existencia y el motivo de nuestra esperanza”, subrayó Nácher en la misa del Domingo de Ramos que ofició en el atrio de la catedral de la capital hondureña, ante centenares de creyentes católicos, entre hombres, mujeres y niños, en su mayoría portando ramos de palma para ser bendecidos por el arzobispo.
Agregó que hay que velar y orar “porque ha llegado la hora del cumplimiento de la promesa en la cual se expresa que nuestra vida no es una repetición monótona, sino un peregrinar hacia Cristo, esperanza que no defrauda”.
El religioso señaló además que la Semana Santa “no son simplemente días de vacaciones”, sino que, “sobre todo”, son “días de fe en que Cristo es la esperanza que no defrauda”, que no se deben desaprovechar porque “contienen una fuerza espiritual enorme”.
En la misa también participaron campesinos que, desde el pasado viernes, llegaron a Tegucigalpa y se apostaron en las gradas del atrio de la catedral para elaborar los ramos de palma que vendieron a los feligreses católicos, para ser bendecidos hoy, algo similar que ocurrió en muchos de los templos católicos del país centroamericano.
En Honduras, además del fervor religioso de los católicos, la Semana Santa es una ocasión para el descanso, aunque también son miles los que, desde el viernes por la tarde, comenzaron a viajar a diferentes sitios turísticos.
Las playas en el Caribe, el Golfo de Fonseca (Pacífico) y otros balnearios en ríos, quebradas y parques acuáticos son los más concurridos por los turistas nacionales y extranjeros, aunque otros prefieren descansar en el campo, caminar por senderos de parques nacionales o visitar sitios arqueológicos.
En algunas de las principales ciudades la religiosidad incluye la elaboración a mano de alfombras de serrín de pino, con colores artificiales en las que plasman imágenes de la pasión de Jesucristo, hace más de 2.000 años.
Las alfombras más coloridas son hechas en algunas de las amplias calles del centro histórico de la colonial ciudad de Comayagua, antigua capital del país, cuya catedral, herencia de los españoles, es considerada una de las más hermosas de Latinoamérica.