
La década de los 2000s en la televisión se caracterizó por darnos series para adolescentes que combinaban lugares paradisiacos y soleados, niños populares y opulencia, haciéndonos soñar con esos escenarios por momentos, pero con el paso del tiempo y el cambio generacional estos contenidos más veraniegos cambiaron. Sin embargo, desde hace unas semanas llegó a plataformas la serie perfecta para disfrutar esta temporada: sol, fiesta, familias adineradas disfrutando la vida de ensueño y demostrando que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad; llevándonos en un viaje por esos años televisivos pero con un toque moderno y un poco más complejo.
“Éramos Mentirosos” es un drama con toques de misterio y thriller psicológico que teje una compleja red de secretos, privilegios y tragedias familiares; podría parecer la clásica novela de millonarios, pero al final es mucho, mucho más que eso. La historia se centra en la adinerada y aparentemente perfecta familia Sinclair, que veranea cada año en su isla privada entre reuniones y compromisos elaborados. Todo es como un sueño hasta que su idílica existencia se desmorona cuando Cady, la protagonista y primera nieta de la familia, intenta reconstruir los recuerdos fragmentados de un verano traumático que la dejó con amnesia y un vacío emocional. A medida que Cady se adentra en el pasado, la serie explora las dinámicas disfuncionales de los Sinclair, revelando las mentiras y los resentimientos que se esconden bajo la superficie de su fachada impecable. Los “mentirosos” del título se refieren no solo a Cady y sus primos (Johnny, Mirren y Gat, el objeto de su afecto), sino también a la propia familia Sinclair, que guarda secretos oscuros con gran celo; rencores entre padres, hijos y hermanos, haciendo todo por clavar un cuchillo en la espalda cuando el otro no está mirando con tal de ser el favorito del abuelo; pero ¿qué paso en el verano 16 con Cady? ¿Por qué no recuerda nada y por qué nadie es capaz de contarle la verdad? Ni sus primos, ni su madre, ni siquiera el chico que la ama…
Basada en la popular novela del mismo nombre de E. Lockhart, publicada en 2014, la serie toma muchos de los elementos de shows sobre familias privilegiadas de los 2000s y principios de los 2010, con personajes que nos resultan muy familiares en personalidad (más para nada una copia fácil). Como si “Gossip Girl” y “Revenge” tuvieran un hijo, pero con ese estilo narrativo de las sagas literarias que se hicieron muy populares la década pasada entre los jóvenes; dramas como “Bajo la misma estrella” y futuros distópicos como “Divergente”. La historia destaca en su narrativa y ritmo, en un ambiente visualmente limpio, con la estética “Old Money” de las familias de Los Hamptons, pero situados en territorio de lo que antes fuera Nueva Inglaterra, mezclando a mi gusto perfectamente la parte de drama adolescente, con la perspectiva de los adultos y padres disfuncionales que justo pasan el trauma a sus hijos; siendo el rechazo, la apatía y la necesidad de aparentar, las armas que un grupo de jóvenes de alrededor de los 16 años recibe para enfrentar el mundo, generando caos y una tensión que termina por ser como una olla de presión a punto de explotar.
Una ambientación atractiva que combina los elementos perfectos para narrar una historia de misterio y mentiras que hoy tiene más sentido que nunca; pues entre sus tramas y subtramas que pueden parecer muy básicas, aprovecha para dar una crítica o poner en perspectiva temas más fuertes como el clasismo y el racismo; la manipulación familiar, la salud mental y como las heridas familiares y los patrones de conducta se pueden repetir quieran sus descendientes, o no. Y déjenme decirles algo, no se vayan por la finta de la trama dulce que nos van planteando en los primeros episodios, porque lo que ocurre al final me dejó con pesadillas y ansiedad; un momento que te revuelve el estomago y para el que, no importa lo que creas que es, no puedes ni imaginarte siquiera. Los 8 episodios de “Éramos Mentirosos” están todos disponibles ya en Prime Video y estoy seguro que les dará un entretenido paseo de verano, aunque al final les romperá el corazón como muy difícilmente lo hace un programa de tv.
POR ANGEL SARMIENTO
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