
La Iglesia católica de México expresó este domingo su “preocupación” ante la “transformación demográfica profunda y silenciosa” en Latinoamérica con la que “las tasas de natalidad disminuyen de forma sostenida” y “el envejecimiento ya no es una amenaza lejana”.
La institución religiosa en el país observó este panorama a través de los resultados del reciente estudio ‘Cambios en las estructuras demográficas’, elaborado por la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia, el cual también apuntó que “los divorcios aumentan y los hogares unipersonales crecen”.
“Estos datos nos invitan a mirar con atención un fenómeno que no solo afecta estadísticas, sino que transforma profundamente la vida cotidiana, las relaciones humanas y las bases mismas de la convivencia”, argumentó en su editorial del semanario ‘Desde la Fe’.
Además del estudio citado por la Iglesia, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) también señaló que en 2024 la población de la región alcanzó los 663 millones de personas, un 3,8 % menos de lo previsto para el año 2000, que proyectaba 689 millones.
En ese sentido, el documento destacó el rol de la familia como “el núcleo primario de la sociedad” en un contexto donde, por ejemplo, “el envejecimiento no va acompañado de estructuras apoyo y afecto”.
“Los datos retratan una región que envejece sin relevo generacional suficiente y con lazos familiares cada vez más frágiles. De acuerdo al estudio, hay países en donde ya es mayor el número de fallecimientos al de nacimientos”, sostuvo.
Para aliviar esta “transición demográfica”, la Iglesia mexicana pidió “políticas públicas” que traten a la familia como una “prioridad social”.
“Políticas que valoren la vida, que acompañen la maternidad y la paternidad responsables; que protejan a los adultos mayores sin aislarlos; que promuevan la conciliación familiar; y que fortalezcan los vínculos entre generaciones”, sentenció.
La institución también insistió en que la prevención de la pobreza, la salud mental, la educación integral y la inclusión digital no puede prescindir de la familia, sino “nutrirse de ella”.