
Una estatua inspirada en el Pensador de Rodin, rodeada de residuos plásticos, se yergue desde este viernes ante la sede europea de la ONU en Ginebra con el objetivo de motivar a la reflexión sobre el peligro de estos desechos, de cara a las cruciales negociaciones para su limitación global que la próxima semana comienzan en Ginebra.
La obra, titulada “La Carga del Pensador” y creada por el artista y activista ambiental canadiense Benjamin Von Wong, permanecerá en la Plaza de las Naciones al menos hasta el fin de las negociaciones previstas del 5 al 14 de agosto, y según contó su autor a EFE, quiere enviar un mensaje a los países que se dan cita en Ginebra.
“Quedarse sentado pensando sin actuar no es la solución, pero tampoco lo es apresurarse y buscar una salida que no sea la correcta”, subrayó Von Wong, quien teme como otros observadores de las negociaciones que ante la presión de los países productores de petróleo acabe arrancándose un acuerdo de mínimos.
“Si se logra algo en esta ronda (la sexta desde el inicio de las negociaciones en 2022) será seguramente un tratado débil, pero creo que quizás puede servir de base a algo que con el tiempo se vuelva más ambicioso”, reflexionó el artista, que ya creó instalaciones de este tipo en anteriores etapas deliberatorias.
La estatua pensante, de seis metros de altura, sostiene en una mano un bebé como metáfora del futuro y en la otra unas botellas de plástico, sentado sobre un montículo con cara femenina que simboliza la Madre Tierra
Todo el conjunto está rodeado de unas espirales de ADN que representan la salud de la humanidad, así como por cientos de objetos plásticos que, resalta Von Wong, han sido adecuadamente limpiados y unidos al conjunto mediante cuerdas para que no se conviertan ellos mismos en desechos.
Estos desechos podrían ir disminuyendo en cantidad, o aumentando, a lo largo de las jornadas de negociación, si en ellas se advierte progreso o estancamiento, posibilidad esta última que muchos temen después de que fracasara a finales de 2024 la que se suponía iba a ser la última ronda de deliberaciones, en Busan (Corea del Sur).
“Mucha gente dice que el multilateralismo está muerto, que atravesamos tiempos difíciles con vientos políticos desfavorables, pero aquí podemos demostrar que el acuerdo aún es posible, ello daría un mensaje contundente”, destacó el autor canadiense.
El tratado para limitar lo máximo posible la producción de plásticos, una idea que abanderan principalmente la Unión Europea junto a un nutrido grupo de naciones en desarrollo, busca hacer frente al creciente problema que la contaminación de estos materiales supone para los océanos, el medioambiente y la salud humana.
“Los plásticos se descomponen en diminutas partículas que luego entran en nuestra cadena alimentaria, y estos polímeros plásticos tienen gran capacidad de atraer y retener toxinas, lo que daña nuestro organismo y se ha relacionado con todo tipo de enfermedades”, detalló Von Wong.
Reticentes a un acuerdo que implique una drástica limitación de estos materiales omnipresentes en la sociedad de consumo contemporánea se encuentran grandes productores de petróleo como Arabia Saudí, Rusia, Kuwait o Irán, pero también potencias emergentes como la India o China.
“Se espera que la producción de plástico se triplique hasta 2050, y el problema no es este material, sino también los productos químicos usados para fabricarlo. Los plásticos contaminan durante todo su ciclo de existencia, desde la extracción (del petróleo que usa como materia prima) hasta su eliminación”, recordó el artista.