
Virginia Woolf (1882-1941) es indudablemente una de las escritoras más relevantes dentro de la literatura inglesa del siglo 20. Creadora de novelas esenciales para el canon literario como Ms. Dalloway y To the Lighthouse, el trabajo de Woolf como ensayista también definió gran parte la teoría feminista literaria del siglo XX. Particularmente, su ensayo A Room of One’s Own (Una Habitación Propia) que habla de la inescapable desigualdad en el ámbito literario entre géneros. Especificando que, la razón por la cual no se conoció a una “Shakespeare femenina”, fue porque probablemente, aunque haya existido, la mujer escritora no tiene un espacio separado dentro del ámbito doméstico para escribir. En especial, si esta mujer escritora hipotética, no pertenece a las altas clases sociales donde sus labores domésticas sean atendidas por otras trabajadoras. El argumento de Woolf es uno que busca destacar la labor invisible dentro del hogar por parte de las mujeres escritoras, quienes antes de ser escritoras, debían ser madres, esposas, y empleadas domésticas.
El texto del que quiero hablar el día de hoy es una de las novelas de Woolf que ha sido más revisada en recientes épocas dentro de discusiones sobre género y sexualidad, y la flexibilidad de estos. Orlando es una biografía ficticia escrita por Woolf como una “vacación literaria”, en la que buscaba alejarse de su característico estilo narrativo que ella llamaba “tunelización”, donde la voz narrativa observa al mundo a su alrededor a través de la interioridad de los personajes de la historia, creando una perspectiva subjetiva sobre la realidad, y las relaciones interpersonales. En el caso de Orlando, Woolf toma el papel de narradora con una distancia considerable: la de un biógrafo que escribe una historia años después de que esta ocurriera, juntando las piezas de la vida de una persona a través de cartas, documentos legales, páginas de periódicos, etc.
Orlando es la historia de un joven aristócrata por el mismo nombre, que se siente insatisfecho, inadecuado, e increíblemente solo. La vida joven de Orlando transcurre durante el siglo 17, y continúa hasta la época de Woolf, en el principio de los 1900s. Lo interesante de la biografía imagina de Orlando, es que se encuentra llena de elementos fantásticos, poco frecuentes en la escritura usual de la autora, pero que son posibles gracias a el uso de la meta-narrativa biográfica. Los eventos inexplicables pueden ser, de cierta forma, explicados por la falta de información sobre cierto periodo de la vida de Orlando. Es así, como Woolf logra crear el episodio principal de esta narrativa: el hecho que el joven Orlando, un día, sin más, despierta como una mujer.
Susan Gilbert explica en el prólogo de la novela, que la predilección por parte de Woolf hacia el aparentemente mágico cambio de sexo de Orlando puede ser rastreada a las discusiones alrededor del género y la sexualidad de principios del siglo XX. La insistencia en la fluidez entre estos, y los “binarios” biológicos se convierten en opciones en lugar de imposiciones. Woolf, durante la “transformación” de Orlando, enfatiza que “Orlando seguía siendo quien siempre había sido. Aunque el cambio de sexo alteró su futuro, no alteró en lo más mínimo su identidad” (Woolf 98). Expresando, de acuerdo con Gilbert, que “los roles sexualmente definidos, son simplemente disfraces intercambiables” (Gilbert xix).
Bibliografía:
Woolf, Virginia. Orlando: A Biography. Penguin Classics.