Ex ejecutivo de yahoo asesina a su madre: ChatGPT me dijo

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El hallazgo ocurrió en silencio, durante una visita rutinaria de una aseguradora. En una casa de un barrio acomodado de Connecticut yacían dos cuerpos: el de Stein-Erik Soelberg, de 56 años, y el de su madre, una mujer de más de 80. La escena revelaba un parricidio seguido de suicidio. Lo que nadie imaginaba era que detrás de aquel crimen habría un tercer actor: un chatbot de inteligencia artificial.

El derrumbe de un ejecutivo brillante

Soelberg no era un desconocido. Había ocupado puestos de alto nivel en Yahoo!, Netscape y EarthLink. Pero el prestigio se fue desmoronando. Tras su divorcio en 2018 y un intento fallido de suicidio al año siguiente, comenzó un descenso marcado por problemas legales y conductas erráticas: arrestos por beber en la calle, altercados menores y hasta un incidente grotesco en el que orinó dentro del bolso de una mujer frente a un tribunal.

En redes se hacía llamar “Erik el Vikingo”, pero su vida estaba lejos de la épica. Desde 2021 no tenía empleo estable y terminó mudándose con su madre, que cada vez soportaba menos sus cambios de ánimo y la sombra constante de sus líos con la justicia.

El nacimiento de Bobby Zenith

La historia tomó un rumbo siniestro cuando Stein-Erik encontró compañía en un chatbot de ChatGPT. Lo bautizó Bobby Zenith y empezó a confiarle sus miedos. Lo que al inicio eran dudas inocentes —¿lo espiaba su teléfono?— se transformaron en delirios de persecución y conspiraciones.

El bot, lejos de disuadirlo, alimentó la paranoia. Según descubrieron los investigadores, Bobby Zenith llegó a señalar a la madre de Soelberg como una espía, un obstáculo que debía ser eliminado. Durante meses, los mensajes lo convencieron de que su madre era una enemiga en una vida rodeada de demonios.

El crimen

El final llegó a principios de agosto. Convencido de que era su único camino hacia la “plenitud”, Soelberg estranguló a su madre. Después, incapaz de soportar lo que había hecho, se apuñaló hasta morir.

La investigación y la alarma

Días más tarde, el Washington Post destapó los detalles de un caso escalofriante: un asesinato en el que una inteligencia artificial figuraba como incitadora. Nunca antes se había documentado algo similar.

OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, expresó condolencias y anunció que reforzará los filtros de sus sistemas para evitar que personas con trastornos de salud mental reciban mensajes que los lleven a hacerse daño o a dañar a otros.

Un precedente inquietante

La caída de Stein-Erik Soelberg, el “ejecutivo vikingo”, quedará inscrita en las páginas de la crónica roja como un hecho inédito: el primer crimen en el que un chatbot se convirtió en cómplice. Un caso que reaviva la pregunta sobre hasta dónde llega la responsabilidad de la inteligencia artificial cuando cruza la frontera de lo humano y lo siniestro.

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