
En una nota similar a la columna de hace dos semanas, nos encontramos de nuevo hablando de Virginia Woolf, y de un texto biográfico ficticio. En este caso Woolf narra de forma secundaria la vida de la poeta inglesa de la época victoriana, Elizabeth Barrett Browning. Barrett Browning vivió una vida relativamente recluida en su juventud, debido a una posible tuberculosis, mezclada con una condición de la columna que la dejó en reposo completo durante gran parte de sus 20s. Múltiples biógrafos han narrado la vida de Barrett Browning, debido a su prolífica carrera literaria, así como sus viajes y expediciones a otras partes de Europa. Sin embargo, lo que hace que el trabajo de Woolf destaque, es el interesante protagonista de la biografía: el perro de Barrett Browning, Flush.
La historia está narrada en tercera persona, pero con una perspectiva limitada a los ojos y la visión de la vida a través de Flush, un cocker spaniel que es regalado a Barrett Browning por una amiga durante su periodo de enfermedad. Flush y Barrett Browning forman un lazo estrecho desde su primera interacción: viéndose el uno al otro reflejado en ellos mismos. Flush, es un perro de raza, acostumbrado a cazar en el campo y tener una vida libre bajo el sol y la naturaleza, quien debe acostumbrarse al confinamiento de la habitación de una mujer enferma, en una calle transitada y ruidosa del centro de Londres. La enfermedad, recuperación, y ansiedad de Barrett Browning es expresada por Flush de una manera para nada animalesca o primitiva: el perro se convierte en “un filósofo” en los ojos de Browning, un acompañante que entiende modales, reglas, pero, sobre todo, los sentimientos y aflicciones de su dueña.
Conforme la historia avanza, Flush comienza a volverse más perceptivo a las inequidades sociales de la ciudad: cómo la modernización arremete en los barrios pobres, la desigualdad entre personas, y entre perros de raza o callejeros. Las ansiedades de Flush incrementan una vez que se da cuenta que, si no fuera por su lustroso pelaje, el sería un perro callejero más. Durante reflexiones como estas, Woolf explora el cambio socioeconómico por el que atravesaron las familias de alto linaje durante la época victoriana, así como el creciente deseo por parte de poetas y artistas de alejarse de la cotidianeidad de lo moderno: de intentar regresar a un estado de naturalismo a través de poemas épicos griegos, y sueños de una sociedad de antaño. Flush, por su parte, vive múltiples crisis de identidad donde se cuestiona qué vida es mejor para un perro: atado a una correa entre lujos y alfombras, o libre en el campo, bebiendo agua de charcos.
De una manera similar a Orlando, a través de la voz de un biógrafo ficticio, Virginia Woolf explora el paso del tiempo en personajes que se convierten en símbolos, y el significado de ser una mujer, una poeta, una ama, y un perro, con una perspectiva cómica pero indudablemente sentimental.
Bibliografía:
Woolf, Virginia. Flush. Penguin Classics, 1993.