
Cuando Netflix estrenó Las Muertas el 10 de septiembre de 2025, no lo hizo solo con la curiosidad
de presentar un nuevo título. Traía consigo el peso de una historia incómoda, concreta, real: la
que se inspiró en el caso de Las Poquianchis, versión literaria de Jorge Ibargüengoitia llevada al
formato seriado por Luis Estrada.
A primera vista, lo que impacta de este proyecto es la apuesta estética: una ambientación cuidada,
con luces sombrías, cabarets, rincones húmedos y decadentes. No se trata solo de recrear los
sesenta; es sugerir la opresión latente, el aire pegajoso del silencio cómplice. Ese ambiente se
siente como un tercer personaje. Pero más allá del diseño, lo que Las Muertas plantea —y apuesta
— es un acto de memoria política y moral, mostrarnos cómo operan la violencia y la impunidad
cuando se convierten en rutina.
En esta adaptación, la tensión entre lo épico y lo íntimo sostiene el núcleo narrativo en la dualidad
de las hermanas Baladro: por un lado, el ascenso feroz de su “empresa” criminal; por otro lado,
sus conflictos internos y traiciones. En ese contraste radica buena parte de su fuerza dramática,
agregando el motivo de la venganza personal (sobre todo la de Serafina) como motor y acto
desencadenante, que le da un matiz no tan central en los hechos reales, pero útil en el drama
seriado. “Las Muertas” acierta al construir una atmósfera densa y opresiva que retrata tanto el
México rural de los años 60 como las redes de complicidad que permitieron que los crímenes de
Las Poquianchis sucedieran.
Acompañadas del gran Joaquín Cosío y un brillante Mauricio Isaac como “La Calavera”, destaco las
actuaciones de Arcelia Ramírez y Paulina Gaitán, como Arcángela y Serafina, que logran humanizar
a personajes terribles sin justificarlos, y el enfoque de Luis Estrada que trasciende el morbo para
hacer una crítica social contundente sobre la violencia estructural, la impunidad y la indiferencia
del Estado y la sociedad. La serie logra mantener una tensión constante entre lo íntimo y lo
político, recordando que lo ocurrido no es solo parte del pasado, sino un eco incómodo del
presente. El mismo Luis Estrada afirma (y confirma lo que bien sabemos), que muchos de los
problemas que retrata como violencia contra las mujeres, impunidad y corrupción siguen vivos de
la misma forma hoy. Esa continuidad histórica es lo que vuelve la serie más que un ejercicio de
reconstrucción: un aviso.
Pese a sus logros, la serie enfrenta riesgos importantes, como el de sobrecargar la narrativa con
demasiados giros dramáticos que a veces saturan el ritmo y dejan personajes poco desarrollados;
tantas caras conocidas como Tony Dalton y Tenoch Huerta que terminan en un limbo guionizado.
También hay una tensión entre fidelidad histórica y ficción: al incluir elementos inventados, como
venganzas personales, se corre el riesgo de distorsionar una historia real con víctimas concretas.
Además, el tono irónico heredado de la novela de Ibargüengoitia puede desentonar en algunos
momentos frente a la brutalidad de lo retratado, generando una ambigüedad.
La novela original de Ibargüengoitia manejaba un humor negro, una ironía que relativiza sin
justificar. Estrada retoma esa tradición, pero al insertar tanta crudeza y brutalidad con descaro
(propio de sus obras conocidas, como La Ley de Herodes y El Infierno), el equilibrio que es muy
delicado resulta en que en algunos momentos la ironía puede parecer incongruente con la
tragedia que relata.
Por todo lo anterior y a pesar de sus fallas, Las Muertas no es entretenimiento ligero, es un gesto
de exigencia. Nos confronta con lo que preferimos olvidar: que los crímenes se alimentan de
indiferencia; que las instituciones callan; que las víctimas, muchas veces anónimas, siguen
sumergidas en el olvido. Esa incomodidad es su mayor victoria. Nos obliga a mirar; nos recuerda
que el pasado sangriento no está tan lejos como queremos creer, y que la impunidad tiene raíces
que atraviesan generaciones.
Un trabajo de seis episodios, ya todos disponibles, que vale mucho ver, más por los que nos deja o
exalta, que por lo que pudiera darnos de entretenimiento recreativo.
ANGEL SARMIENTO
FACEBOOK / INSTAGRAM / X / TIKTOK: angelsarmientolopez