El PAN, un muerto viviente

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El Partido Acción Nacional parece moverse, pero no vivir. Late por inercia, respira por costumbre y habla de “renovación” con el tono apagado de quien ya no cree lo que dice. Es un muerto viviente, un partido que camina con los pies del pasado, sin rumbo, sin alma y con la mirada fija en un espejo que ya no lo reconoce.
La dirigencia panista decidió ir sola rumbo al 2027, sin alianzas, sin red, sin “salvavidas” externos. Una apuesta que podría ser audaz… si el PAN tuviera algo nuevo que ofrecer. Pero lo que se ve —en videos, fotografías y discursos reciclados— es un ritual de repetición: las mismas caras, los mismos lemas, los mismos vicios. La pretendida renovación ha sido, en realidad, un reciclaje cuidadosamente maquillado.
El espejismo de la renovación
El pasado 15 de octubre, durante la Asamblea Estatal del PAN, donde se renovará el Consejo Estatal, el exregidor Fernando Sarur Hernández y la exdiputada Guadalupe Leal Rodríguez —acompañados por unos 20 militantes— anunciaron que no participarían en protesta. Acusaron que el sistema de votación electrónica fue diseñado para favorecer a un grupo cercano a la dirigencia estatal, y que los consejeros elegibles pertenecen en su mayoría al comité estatal o municipal, dejando fuera a la militancia independiente.
En otras palabras: la “democracia interna” del PAN poblano se parece mucho a una elección de utilería.
Y mientras se ahogan en su propio laberinto, sus líderes presumen rumbo. Hablan de independencia, pero no de autocrítica. Prometen renovación, pero reparten cargos entre los mismos.
La vieja política con otro color
El fin de semana posterior a esa asamblea, en Puebla capital, se presentó el proyecto “Salvemos la Democracia”, impulsado por Claudio X. González, con la intención de reunir 130 mil firmas contra la reforma electoral de Claudia Sheinbaum. Entre los asistentes estaban Mario Riestra, Genoveva Huerta y jóvenes de distintas organizaciones.
Hasta ahí, nada fuera del libreto. Lo que encendió las alarmas fue la aparición de Blanca Alcalá, exsenadora priísta, recibida entre aplausos y sonrisas. Algo que no pasaba en su antiguo partido desde hace años. El gesto no fue casual: el PAN poblano está coqueteando con cuadros reciclados del PRI, como si un cambio de camiseta fuera suficiente para fingir futuro.
Si esa es su idea de renovación, entonces lo que el PAN está construyendo no es un nuevo proyecto político, sino una tumba decorada con discursos de libertad y democracia.
El vacío detrás del eslogan
Los videos y fotografías de los eventos panistas —difundidos en redes sociales— muestran a un partido sin energía, con militantes desganados y oradores que repiten las mismas consignas. Ya no hay narrativa, ni emoción, ni proyecto. Solo una estructura que se mueve por reflejo y una dirigencia que confunde control con liderazgo.
El PAN ha perdido algo más grave que votos: ha perdido el sentido de propósito. Y cuando eso ocurre, ni los viejos cuadros ni las alianzas recicladas sirven de nada.
El último aviso
El 2027 será el año del juicio final para el blanquiazul. Sin alianzas, sin renovación y sin una base movilizada, irá solo… pero directo al precipicio. Solo hay una salida posible: una verdadera autocrítica, abrir las puertas a nuevas generaciones y desmantelar los viejos cacicazgos que asfixian al partido desde adentro.
Porque si el PAN no cambia de verdad, no solo irá solo: irá muerto.
Y lo más triste de todo es que ni siquiera parecerá darse cuenta.
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