Adolescencia

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“Adolescencia” es un reflejo crudo de la juventud contemporánea en una realidad social que nos resulta más compleja de entender e interpretar en medida que nos hacemos mayores, que también nos abre el panorama ante las amenazas y la vulnerabilidad de los jóvenes a un ambiente inmediato lleno de hostilidad bajo preceptos que curiosamente han permeado nuestro entorno desde siempre, como la misoginia y el machismo. Esta miniserie británica estrenada en Netflix hace solo unas semanas y protagonizada por Owen Cooper y Stephen Graham se ha posicionado rápidamente como un referente cultural respecto a la situación de las nuevas generaciones; ofreciendo una mirada sin filtros a los desafíos que enfrentan los jóvenes en la actualidad. A través de su narrativa intensa y personajes complejos, la serie invita a la reflexión sobre temas cruciales.

La premisa de este proyecto nos presenta a Jamie Miller (Cooper), un adolescente de 13 años acusado de asesinar a su compañera de instituto Katie Leonard. Los motivos que llevaron al joven a cometer este crimen, la compleja construcción de su personalidad y la de sus compañeros son el principal punto de esta historia, que en ningún momento se enfoca en resolver un crimen que desde el minuto uno se nos da por hecho que sucedió, mucho menos reivindicar ni buscar la inocencia del implicado, sino de representar a través de este caso los peligros a los que se enfrentan hoy en día, como la manosfera, una forma de expansión del machismo digitalmente.
Realmente existen muchas perspectivas para entender la relevancia y la gravedad de los que se nos presenta en pantalla, pero aquí hago un repaso rápido que nos puede orientar en este extenso tema. La manosfera se refiere a un conjunto de sitios y foros en internet donde un grupo de personas (la mayoría de ellos, hombres heterosexuales) expresan su odio y repudio a las mujeres y el feminismo desde varios colectivos; el más sonado y que se trata en la serie a través de Jamie, los “incels”. Este término se desprende de su origen en inglés que significa “célibes involuntarios” y aunque se acuñó desde mediados de los 90s en Canadá para referir a un grupo de personas que tenían dificultades para establecer relaciones personales de tipo romántico sexual, el mismo fue tomado con el tiempo por un grupo extremista de hombres que culpan a las mujeres de su frustración sexual, por considerarse menos atractivos y rechazados por el sexo femenino llevando esto a todo un nivel de marginación y sesgo social; lo que hizo que el mismo fuera creciendo con el paso del tiempo, alimentando las conductas negativas e incluso haciéndose parte de los discursos de la extrema derecha y nueva ultra derecha.
Un informe de la Red de Concienciación sobre la Radicalización de la Comisión Europea de 2021 destacaba especialmente el peligro de estas comunidades, calificadas como tóxicas y violentas, a las que se les adjudica incluso varios crímenes de odio y asesinato cometidos en la década pasada bajo el discurso de odio y rechazo al feminismo, al cual se le acusa de empoderar a la mujer haciendo que esta se independice y se rehúse a tener relaciones de índole sexual; las cuales los incels reclaman como un derecho, y bajo la regla que ellos llaman el 80/20 (el 80% de las mujeres solo se sienten atraídas por el 20% de los hombres) y la designación del hombre alfa y hombre omega por ellos mismos para dividir a los elegibles de los rechazados, esto se convierte en una batalla a campal que parte del machismo y nos demuestra como su discurso ha permeado las redes y afectado a las nuevas generaciones.

La serie no teme mostrar las dificultades que atraviesan los adolescentes, desde la presión social y las expectativas familiares hasta la confusión y el dolor que acompañan el crecimiento. Los personajes se sienten auténticos y cercanos, lo que permite al espectador conectar profundamente con sus experiencias. Siendo la masculinidad toxica, la violencia y la salud mental temas cruciales de los que se habla y a tratar de forma inmediata, más aun sabiendo que estos mismos discursos y movimientos se desarrollan y ponen en marcha a plena vista pero bajo códigos indescifrables para muchos de nosotros; desde lugares en línea que no sabemos que existen hasta el uso de las redes, los mensajes, hasta los emoticones tan inofensivos que pasan a tener toda una etimología (que en lo personal me harán tener mucho cuidado desde hoy en cuales uso en mi día a día).

En conclusión, esta serie que además tiene una magistral dirección en cada uno de sus 4 episodios, desarrollando cada uno en tiempo real a través de un plano secuencia, es decir que la casi una hora que vemos en la serie es el tiempo exacto transcurrido desde una sola cámara y sin ningún corte en la toma (lo cual además de hacerlo más real, exacerba lo que estamos viendo con el caos alrededor de los involucrados), abre también un debate importante sobre la juventud contemporánea y sus conductas. La serie ha sido elogiada por su valentía al abordar temas difíciles y por su capacidad para generar empatía y conciencia. Sin embargo, también ha sido objeto de críticas por su crudeza y realismo. Llamada también como el proyecto audiovisual televisivo más ambicioso de los últimos tiempos, es a mi parecer un discurso tan necesario hacer, gritarse y que conjunta muchas piezas que tenemos a la vista, pero al no saber unirlas desconocemos la gravedad de su significado (y me refiero no solo a esta situación, sino al tipo de conductas y lenguajes de las nuevas generaciones). Algo que no deben perder oportunidad en ver, más si tienen jóvenes cerca para al menos dimensionar o crear esa cosquilla en nosotros sobre lo que está ocurriendo (entre muchas cosas de nuestro entorno) y que no dimensionamos.


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