
El gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, es el único político contemporáneo en el estrado, que ha preferido siempre la comparecencia ante las urnas, el contacto directo con los ciudadanos, por encima de la vía fácil del padrinazgo, el compadrazgo y la representación proporcional, conocida como plurinominal.
Ha ocupado responsabilidades en los tres niveles y órdenes de gobierno. Ha surcado en la carrera parlamentaria completa: diputado local, diputado federal, senador y presidente del Senado de la República.
Todas esas representaciones populares las obtuvo directamente en las urnas.
Pocos lo saben, pero incluso alguna vez rechazó ser diputado local plurinominal, para no llevar en su historia de vida, la mácula de haber llegado por dedazo.
El pasado 8 de noviembre, se cumplieron 33 años de que Alejandro Armenta ganó por plebiscito la candidatura a la presidencia municipal de Acatzingo, tierra que lo acogió cuando por circunstancias personales y familiares, tuvo que dejar Izúcar de Matamoros.
Alejandro, realmente era muy joven, pero ya sabía del trabajo directo con la gente y en tierra. Nadie le regaló nunca nada y siempre se ganó a pulso el respaldo y la popularidad de sus paisanos, hace 33 años de Acatzingo, y el año pasado de todo el Estado, para llegar a la gubernatura.
Son más de tres décadas que tiene Alejandro, casi 35 años, en el servicio público y en la política, siempre con un énfasis de proyecto social.
El trabajo y la potencia de la fuerza que tiene entre la gente el gobernador de Puebla, es de reconocerse, sobre todo en tiempos en los que muchos políticos, hombres y mujeres, buscan solamente colgarse de la fuerza de un movimiento o de la popularidad de otros, para llegar a las urnas.
La lección de Armenta es que las cosas se ganan en tierra, caminando las calles y los pueblos, como decía Andrés Manuel López Obrador, poniéndose un par de zapatos muy cómodos y andando los caminos y las veredas.
Cómo olvidar que algunos que presumían cercanía, precisamente con el tabasqueño, pretendieron engañar a los poblanos y quedaron expuestos y fueron exhibidos como bufones.
La legitimidad de un gobernante, como lo ha hecho Armenta, se gana mirando a los ojos a los ciudadanos.
En eso, el gobernador poblano coincide completamente con Claudia Sheinbaum Pardo, a quien conocen y reconocen como presidenta de territorio.