Al menos seis cuerpos sin vida fueron retirados hasta ahora de debajo de los escombros por los servicios de rescate de la ciudad neerlandesa de La Haya, donde el sábado se derrumbaron cinco viviendas tras dos explosiones de origen aún desconocido, mientras, los investigadores no descartan que tengan origen criminal.
Las tareas de rescate han continuado durante todo el fin de semana. El acceso al barrio afectado está restringido, y las calles colindantes son lugar de escombros, cristales rotos y bicicletas tiradas. Al alzar la mirada, y entre ventanas sin cristales, se ve la ropa intacta colocada dentro un armario que ha quedado totalmente expuesto, después de que la pared haya desaparecido.
En La Haya no se habla de otra cosa: policías, bomberos, servicios de rescate, gobierno local y central, y los vecinos, se han entregado a esta tragedia. El ministro de Justicia, David van Weel, subrayó que “aún no se sabe la causa, la policía está investigando varios escenarios, incluido el de un crimen”, pero, en general, las autoridades muestran cautela y no quieren dar detalles.
Según las actualizaciones ofrecidas por el alcalde de La Haya, Jan van Zanen, se han registrado dos explosiones la mañana del sábado, una pequeña y otra mucho más fuerte, y, aunque sigue sin conocerse el origen, también hay “indicios” de “posible criminalidad”.
“Entiendo que sea frustrante no poder dar información concreta, pero fue una explosión enorme. Solo por eso ya es difícil determinar qué ocurrió”, añadió la fiscal Margreet Fröberg, que espera que las investigaciones avancen más rápido una vez concluya la búsqueda de víctimas. Se está investigando también la conexión de un coche quemado cerca del edificio colapsado.
Tampoco quiso hacer comentarios sobre si es posible que hubiera un laboratorio de drogas en el edificio, después de que se viera a los agentes retirar unos bidones de entre los escombros.
Las autoridades continúan buscando información sobre un vehículo que salió a gran velocidad de la zona inmediatamente después de la explosión, y se ha pedido a los testigos que aporten cualquier dato que puedan tener, incluidas grabaciones de cámaras, y que informen si saben de alguna persona que haya actuado de manera sospechosa tras el incidente.
“Es posible que alguien haya llegado a casa en pánico el sábado por la mañana, que desde la explosión tenga problemas de audición, o que esa persona huela a quemado sin una causa aparente. También podría ser que alguien tenga quemaduras u otras heridas llamativas desde esa mañana”, explicó la Policía.
La sexta víctima mortal ha sido localizada la madrugada de este lunes en el sótano del complejo, sumándose así a los cuerpos recuperados el sábado. Cuatro de ellos han sido ya identificados: un hombre de 45 años, otro de 31, una mujer de 41, y una joven de 17 años. Además, otras cuatro personas resultaron heridas, dos de ellas en estado grave.
Las explosiones dañaron 19 viviendas, de las cuales cinco quedaron totalmente destruidas, y las excavadoras siguen quitando los escombros capa por capa, mientras los rescatistas buscan a posibles víctimas con herramientas manuales. No hay una lista oficial de personas desaparecidas porque no está claro cuánta gente había en las viviendas en el momento de su colapso.
Las tareas de búsqueda en las zonas más bajas del edificio, sobre todo en el sótano, están siendo especialmente complicadas debido al riesgo de colapso y al agua usada para apagar el incendio. “Se seguirá buscando hasta estar completamente seguros de que no quedan más víctimas bajo los escombros”, aseguraron las autoridades.
El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima han visitado esta mañana el lugar, y el monarca ha asegurado estar “totalmente en shock” tras ver el desastre y escuchar historias “desgarradoras” de los afectados. “Es algo que supera cualquier imaginación. Sigues minuto a minuto lo que sucede, pero cuando ves el lugar, el impacto de la explosión en esos edificios, toda esa gente allí… me tiemblan las piernas cuando lo pienso”, señaló.
El ministro Van Weel describió el lugar de la explosión como “impactante, como si estuvieras en una zona de guerra” y señaló que, en conversaciones con los vecinos, habló “con una mujer que escuchó a un niño gritar desde el incendio, es algo terrible, y hay personas que no podrán volver a sus casas en mucho tiempo”.
Mientras los servicios de rescate buscan a posibles víctimas entre los escombros, y la policía trata de esclarecer lo ocurrido, los residentes de la zona intentan apoyar a los afectados. Una campaña de recogida de fondos ha recaudado 350.000 euros en dos días para las víctimas.