
El ex comandante Francesco Schettino, condenado a 16 años de cárcel por su responsabilidad en el naufragio del crucero Costa Concordia frente a las costas de Toscana, en el que murieron 32 personas, renunció este martes a pedir el régimen de semilibertad, una posibilidad que había desencadenado las protestas de los supervivientes.
Durante la audiencia celebrada este martes para conceder la semilibertad, que permite pasar el día fuera de la cárcel y regresar a dormir, el excomandante iba a pedir este nuevo régimen carcelario porque ya ha cumplido más de la mitad de su condena, pero finalmente renunció.
Su abogada defensora, Francesca Carnicelli, explicó que la renuncia se debía a “que ha habido dificultades con la propuesta de trabajo que se había presentado al Tribunal de Vigilancia de Roma” pero que en “el futuro, si se dan las condiciones para volver a proponerlo, se pediría”.
Schettino dispone actualmente de 45 días al año de permisos, obtenidos gracias a su buen comportamiento en la prisión romana de Rebibbia, donde cumple condena después de que el Supremo redujese en un mes la pena recibida en primera instancia por el Tribunal de Grosseto en febrero de 2015 y ratificada después en mayo de 2016 por el Tribunal de Apelación de Florencia.
El excapitán del Costa Concordia obtuvo hace tres años la oportunidad de trabajar en prisión y se le encomendó la tarea de contribuir a la digitalización de los documentos judiciales.
Algunos familiares de las víctimas del naufragio habían protestado ante esta posibilidad, al considerar que tenía que pagar por lo que hizo.
El naufragio se produjo en la noche del 13 de enero de 2012 después de que la nave, con 4.229 personas a bordo entre pasajeros y tripulación, partiera desde el puerto romano de Civitavecchia para emprender un crucero por el Mediterráneo.
A su paso por la isla toscana del Giglio (centro) el barco se aproximó para “saludar” a la costa, siguiendo la tradición marinera, pero en esa ocasión colisionó con los escollos, lo que causó el naufragio.
Mientras las unidades de la Guardia Costera italiana acudían al lugar del choque, los pasajeros abandonaban la embarcación, ladeada y parcialmente sumergida, para alcanzar tierra firme en medio de una gran confusión, en plena noche y en invierno.
También Schettino abandonó la nave sin esperar a que finalizasen las tareas de rescate.