
En Puebla ya ni disimulan. La marcha de la llamada “Generación Z” terminó siendo el teatro perfecto para que la derecha sacara a relucir sus viejas mañas, mientras una parte de Morena —sí, la que presume músculo político— llegó tarde, muy tarde, al punto de que parecían espectadores y no protagonistas de la vida pública del estado.
Vamos por partes, porque aquí cada quien trae lo suyo.
La derecha sin freno… y con rostro conocido
Los infiltrados en la marcha no son un invento. Ahí están los videos: operadores del PAN, perfiles reciclados de Cuautlancingo y San Andrés, y hasta piezas cercanas al exalcalde Eduardo Rivera Pérez, que ya ni se molesta en ocultar que su estructura sigue metiendo mano donde huele a conflicto.
Rivera dejó la capital hecha bolas —y todavía anda moviendo hilos—, una marca que ya ni él puede lavar. Lo de siempre: operar desde las sombras, como si Puebla fuera su teatro personal.
Y ya que hablamos de la oposición: el PRI de hoy en Puebla —es decir, Delfina Pozos— no necesita análisis profundo. Con que aparezca en la ecuación, ya entendemos en qué nivel de oposición estamos. Mucho ruido en campaña, poco peso en la realidad. Digamos que es más símbolo que fuerza.
Morena: lenta, dispersa y con pleitos internos de sobremesa
Mientras todo esto pasaba, ¿dónde estaba Morena?
Ah, sí. Desayunando, parece.
La primera voz fuerte y clara fue la del gobernador Alejandro Armenta , quien desde su mañanera soltó la frase que ya quedó para la hemeroteca: “querían endosarnos un muertito”. Tenía razón, pero también dejó expuesto algo incómodo: si él no hablaba, nadie más lo hacía.
Porque la dirigencia de Morena, encabezada por Olga Romero Garci-Crespo, salió… pero después. Muy después. Cuando el gobernador ya había puesto orden narrativo y cuando en redes la oposición llevaba horas explotando el caos.
Y la bancada morenista, encabezada en parte por Andrés Villegas, reaccionó pero con una lentitud que ni en cámara lenta se justifica. Villegas señaló infiltrados panistas, sí… pero cuando la noticia ya estaba en todos lados. Reflejos políticos, cero.
Nay Salvatori: la pólvora que siempre está lista
Y luego está Nay Salvatori, que nunca pierde oportunidad para ser… Nay. En lugar de apuntar a los verdaderos operadores, se lanzó contra Susana Riestra, que será panista, será conservadora y será Riestra, pero era, honestamente, la menos indicada para cargar con ese pleito.
Recordemos algo obligado: el exgobernador Miguel Barbosa pactó con el PAN de Lalo Rivera, lo que explica por qué varios morenistas de entonces —y algunos de ahora— guardaron silencio sepulcral. Como diría el de Macuspana: “calladitos, como momias”.
Por eso sorprende que Nay haya decidido desquitar su furia con Susana, cuando la historia reciente demuestra que a veces el enemigo no está afuera… sino sentado en la misma mesa.
El problema es que Nay puede terminar metiendo a la bancada en problemas innecesarios. Cuando alguien explota sin medir el terreno, el fuego no distingue colores.
Conclusión: Puebla merece políticos despiertos, no sonámbulos
Entre la derecha jugando al saboteo descarado y Morena reaccionando como si recién hubieran salido de una siesta, lo de la marcha de la “Generación Z” evidencia algo más profundo: Puebla está atrapada entre una oposición sin escrúpulos y un oficialismo que aún no decide si quiere liderar o solo administrar daños.
La derecha mostró sus colmillos y Morena, sus bostezos.
Y así, la ciudadanía queda en medio, viendo cómo unos operan con maña… y otros con sueño.
A ver si para la próxima marcha, protesta o crisis, los dirigentes, diputados y liderazgos de todos los bandos se acuerdan que la política se juega en tiempo real, no cuando les acomoda la agenda.
Porque, como van las cosas, los infiltrados están más despiertos que quienes deberían frenarlos.