Del sueño democrático al exilio

Del Sueño Democrático Al Exilio: Los Jóvenes Birmanos Desconfían De Elecciones De La Junta

Las elecciones convocadas por la junta militar de Birmania (Myanmar), cuya primera fase comienza este domingo, son vistas como un intento de continuismo del régimen castrense por los jóvenes que se vieron obligados a abandonar el país tras el golpe de 2021, tras una década de transición democrática que había sembrado esperanzas de futuro en toda una generación.

Forzados a escoger entre empuñar las armas y sumarse a las prodemocráticas fuerzas de defensa popular (PDF) formadas tras la asonada o exiliarse por temor a represalias, muchos jóvenes que disentían del régimen optaron por continuar sus vidas en la vecina Tailandia,desde donde cuentan a EFE cómo viven las vísperas de estas votaciones, que discurren sin oposición prodemocrática ni apenas respaldo exterior.

Sus voces representan a las de quienes, aún desde Birmania y contactados por EFE, desestimaron pronunciarse por miedo a que la junta, encabezada por Min Aung Hlaing, tome medidas conforme a la ley electoral –que ya ha dado lugar a arrestos y contempla hasta cadena perpetua–, o a enfrentar dificultades al regresar a su país.

Algunos de los que permanecen en el país han sido intimidados de cara a estas elecciones: la junta los ha condicionado a depositar sus papeletas a cambio de asegurar sus matrículas en universidades y otros estudios superiores, señalaron expertos como Debbie Stothard, fundadora y coordinadora de la Red Alternativa sobre Birmania del Sudeste Asiático (ALT-SEAN), durante un foro en Bangkok a mediados de diciembre.

“Maniobra calculada”

Con el país sumido en el ostracismo internacional, “la junta ve estas elecciones no como una transición democrática, sino como una estrategia de salida de la crisis política actual”, dice a EFE desde Chiang Mai (norte de Tailandia) la birmana Saw Mary, de 22 años, exiliada desde el golpe por “la total inseguridad” en el país.

El postulado de Mary se alinea con el de Stothard, quien defiende que las elecciones son un movimiento de Min Aung Hlaing para legitimar su poder.

“El Ejército está desesperado por obtener reconocimiento internacional; intenta maquillar su actual y poco presentable existencia como un Gobierno ‘legal’, con la esperanza de que los Gobiernos extranjeros lo utilicen como pretexto para reanudar relaciones. Es una maniobra calculada para intercambiar una votación falsa por un asiento en la mesa internacional”, considera la joven.

Las votaciones, tachadas de fraude por buena parte de la comunidad internacional, despiertan la misma sensación de continuismo en Aung Aung, de 28 años, y Mo, de 26. “El Ejército las celebra para ganar poder”, sostienen ambos, residentes en la misma ciudad tailandesa.

Futuros truncados

El desaliento de los jóvenes birmanos en el exilio ante unas elecciones que consideran incapaces de modificar el panorama político contrasta con las expectativas que tenían durante la apertura democrática de la década previa al golpe.

“Experimentamos el sabor de la libertad y no teníamos que temer a nadie”, rememora Aung.

Cuando los militares tomaron el poder, este joven estudiaba para labrarse una carrera como cineasta. Logró completar su formación, pero se exilió por la ley de servicio militar obligatorio, concebida –apunta Mary– como una medida de “supervivencia política” de la junta para engrosar sus “menguantes filas” con “civiles inocentes”.

“Durante la era democrática –cuyo principal símbolo fue la premio nobel de la paz Aung San Suu Kyi, encarcelada desde el golpe–, (…) vivíamos libres y seguros. Ahora, (…) no hay Estado de derecho y la corrupción es tan rampante que parece un anacronismo”, asevera Mo, exiliada en 2023 tras los arrestos entre personas de su entorno por llevar a cabo “activismo antigolpista”, limitado incluso a expresiones en redes sociales.

Exilio

“El Ejército ha sembrado miedo entre los ciudadanos birmanos en el extranjero”, continúa Mo, quien evita participar en movimientos prodemocráticos en Tailandia por considerarlo “peligroso” si tiene que volver a Birmania para, por ejemplo, trámites rutinarios como renovar el pasaporte.

“El consejo militar utiliza trabas administrativas como herramienta de represión. Para quienes estamos en el extranjero, el mayor desafío es el endurecimiento deliberado de las restricciones de visado y la negativa a renovar nuestros pasaportes. En la embajada dicen que debemos regresar a Birmania. Eso representa una amenaza directa para cualquiera que participe en actividades políticas”, añade Mary.

Aung lo corrobora: “No renuevan pasaportes, ponen a personas en listas negras e incluso aumentan los impuestos”.

Si “el día llega” –en palabras de Mo–, si “hay garantías de seguridad” –sugiere Aung– y si “el panorama político vira en una dirección positiva y significativa” –aporta Mary–, los tres jóvenes comparten el deseo de regresar a Birmania.

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