Dominique Pelicot, juzgado por agredir sexualmente de 2011 a 2020 a su entonces esposa, Gisèle Pelicot, y ofrecerla a decenas de hombres para que la violaran, volvió hoy a reconocer su culpa y la extendió a los demás 50 acusados, durante su última toma de palabra en este macrojuicio.
“Todos los que están aquí, a pesar de la presunción de inocencia, son culpables, como yo”, aseguró este lunes Dominique Pelicot, que dejó reiteradamente en estado de inconsciencia a su mujer con altas dosis de ansiolíticos para agredirla sexualmente, hasta el punto de ponerla en riesgo de muerte.
La jornada de este lunes está dedicada a las últimas declaraciones de los 51 acusados de agresión sexual y violación agravada contra Gisèle Pelicot, antes de que los jueces inicien mañana sus deliberaciones y anuncien su veredicto, previsto para el jueves.
Dominique Pelicot destacó “el coraje” que mostró su exmujer a lo largo de este juicio, a la vez que pidió disculpas nuevamente a la pareja de Jean-Pierre Maréchal, el único juzgado que no agredió a Gisèle Pelicot, sino a su mujer, que también fue violada varias veces por Dominique.
Por último, el principal acusado, que se enfrenta a la pena máxima de 20 años de cárcel, terminó su declaración agradeciendo el trabajo de su abogada, Béatrice Zavarro, así como del tribunal, al que dijo que “la privación de no ver a los suyos es peor que la privación de libertad”.
Tras Dominique Pelicot habló Maréchal, que reconoció los hechos que se le imputan: “Júzguenme por lo que he hecho y lo que soy”, pidió.
Luego llegó el turno del resto. La mayoría no quisieron declarar, aunque otros agradecieron el desarrollo del juicio y el trabajo de sus abogados. Algunos más quisieron reiterar sus excusas a la víctima.
Los hubo también que insistieron en negar los hechos, a pesar de las miles de fotos y vídeos que hizo Dominique Pelicot mientras cometían los delitos, prueba clave de este juicio. “No soy un violador”, intentó esgrimir uno de ellos.
Durante todo el proceso, Gisèle Pelicot se ha erigido en un icono feminista mundial al decidir que este juicio sea público y acudir a las sesiones a cara descubierta “para que la vergüenza cambie de bando”.