Ira “Ike” Schab, un sobreviviente del ataque a Pearl Harbor, de 104 años de edad, estaba tan decidido a ponerse de pie y saludar durante una ceremonia de conmemoración en honor a los caídos en el bombardeo japonés que llevó a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial hace unos 83 años, que pasó seis semanas en terapia física para tener la fuerza necesaria para hacerlo.
El sábado, Schab se levantó con cuidado de su silla de ruedas y levantó su mano derecha, devolviendo el saludo que le brindaron los marineros en un destructor y un submarino que pasaban por la bahía. Su hijo y una hija lo apoyaron de cada lado.
“Fue un honor hacerlo. Me alegra haber sido capaz de levantarme”, dijo después. “Ya sabes, estoy envejeciendo.”
Schab es uno de los únicos dos militares que sobrevivieron al ataque y que llegaron con vida al homenaje anual organizado por la Marina de Estados Unidos y el Servicio de Parques Nacionales en un campo con vista a la bahía. Un tercer sobreviviente tenía planeado unirse a ellos, pero tuvo que cancelar su asistencia por problemas de salud.
El bombardeo del 7 de diciembre de 1941 cobró la vida de más de 2.300 militares estadounidenses. Casi la mitad, 1.177, eran marineros y marines que se encontraban a bordo del USS Arizona, el cual se hundió durante la batalla. Los restos de más de 900 miembros de la tripulación del Arizona todavía están enterrados en el buque sumergido.
Docenas de sobrevivientes solían unirse al evento, pero su asistencia ha disminuido a medida que los sobrevivientes han envejecido. Hoy en día, solo quedan 16 con vida, según la lista que mantiene Kathleen Farley, presidenta estatal de California de la organización Hijos e Hijas de los Sobrevivientes de Pearl Harbor. El historiador militar J. Michael Wenger calcula que había unos 87.000 militares en Oahu el día del ataque.
Schab aceptó cuando los organizadores de la ceremonia le pidieron a principios de este año que saludara a nombre de todos los sobrevivientes y veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
“Ha estado trabajando duro, porque este es su objetivo”, dijo su hija Kimberlee Heinrichs, quien viajó a Hawai con Schab desde su residencia en Beaverton, Oregon. “Quería poder estar de pie para ese momento”.
Schab era un marinero en el USS Dobbin al momento del ataque, tocando la tuba de la banda del barco. Se había bañado y puesto un uniforme limpio cuando escuchó el llamado para un equipo de rescate de incendios.
Se apresuró a cubierta y vio aviones japoneses sobrevolando la zona y como se hundía el USS Utah. Rápidamente volvió a la cubierta inferior para unirse a una cadena de marineros que pasaban municiones para un cañón antiaéreo en la cubierta superior.
Ken Stevens, de 102 años, quien prestó servicio en el USS Whitney, se unió a Schab en la ceremonia. El marinero del USS Curtiss, Bob Fernandez, de 100 años, no pudo venir debido a problemas de salud.
Los asistentes observaron un momento de silencio a las 7:54 de la mañana, la misma hora en que comenzó el ataque hace ocho décadas. Poco después, aviones F-22 sobrevolaron el lugar.
Crédito: The Independent en Español