El Canal de la Mancha, la hazaña que Abraham Jauli le cumplió a su papá y hermano

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A una semana de haber emulado la hazaña que logró, don Salomón Jauli Dávila (QEPD), en 1996 de cruzar El Canal de la Mancha, Abraham Jauli Aguirre, compartió en exclusiva para En Línea Noticias y En Línea Deportiva como fueron las más de 17 horas y 42 km. después de haber llevado su cuerpo al límite para cumplir la promesa que le hizo a su papá, el incansable promotor del deporte en Puebla.

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“Ya tenía en mente de cruzarlo (El Canal de la Mancha) en algún punto de mi vida y eso es porque le prometí a mi papá que algún día lo cruzaría. Sino fuera por eso, tal vez hubiera escogido otro Canal (…) Hice la promesa cuando tenía 13-14 años, no recuerdo exactamente qué edad tenía, pero ya había hecho esa promesa y pues hace dos años crucé el Canal de Cancún a Isla Mujeres y decidí que era ahorita o nunca. Estoy muy joven, tengo energía, quiero hacerlo”.

Más allá de haberse convertido en uno de los pocos mexicanos que conquistan El Canal de la Mancha, para Abraham Jauli fue más que una proeza deportiva, fue el hecho de volver a conectar y honrar la memoria de su papá y hermano -ambos fallecidos desafortunadamente- quienes asegura que, estuvieron a su lado en cada kilómetro recorrido, así como en los momentos en los que sintió cansancio y miedo, ya sea por el esfuerzo físico, la completa oscuridad o los animales y junglas de medusas que aparecían.

“La mayoría del tiempo estuve pensando en mi papá, en mi hermano (“Salito”, QEPD), me los imaginaba al lado de mí y cada vez que algo pasaba y tenía miedo pedía que me cuidaran, si me sentía cansado pedía que me dieran fortaleza, así que eso me ayudaba bastante. No creo mucho en lo supernatural, pero después de este evento siento que hay un poder alrededor (…) Sentía como si estuvieran ahí conmigo, no me sentía solo”.

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Sobre el recorrido, recuerda que no paró en ningún momento y no porque no quisiera o estuviera exhausto, del cual empezó a sentirse así desde la hora 9, sino por el hecho de que las corrientes lo harían retroceder y eso desencadenaría mucho más esfuerzo físico. Para tomar agua con carbohidratos, comer patatas y dulces con azúcar, -que fue su único alimento durante la proeza- los tenía que agarrar con una mano y con la otra seguía braseando al mismo tiempo que pataleaba para no hundirse, alejarse o que la corriente lo llevara.

Para llegar hasta este punto, se preparó gradualmente por aproximadamente dos años con la compañía de Rocío Torres, su nutrióloga y Nora Toledano, su entrenadora, así como el inquebrantable acompañamiento de su hermano, Isaac y de su mamá, Lorena Aguirre y Javier Castellanos, amigo y promotor del deporte en Puebla. Durante ese tiempo, entrenaba de 5 a 6 veces por semana subiéndole poco a poco el kilometraje nadado; de 6 o 7, de 10 a 12, 18 y así hasta llegar a los 42 km. A lo largo de sus entrenamientos, hubo días en los que sentía que no estaba completamente preparado, en que no podría lograrlo y que incluso, no tenía lo necesario para cruzar; fue una “montaña rusa” de emociones, pero logró sobrellevar todas estas dudas gracias a su familia.

“Me mantuve muy fuerte. Me cuido mucho. Tengo mi diario y escribo casi todos los días y eso me ayuda mucho. Con el entrenamiento, también a veces me estreso mucho y le escribo y como que lo saco. Igual medito así que sí cuidar mi mente, mi cuerpo a todos los días porque cuando fallo con hábitos, mi estado mental cambia”.

Lo que resta del 2025 descansará un poco, retomará la bici y el running y ya tiene en mente su próximo gran reto, un Iron Man que consta en nadar casi 4 km, pedalear 180 km y correr un Maratón (42.20 km), un Ultra Maratón y porque no, otro Canal.

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