La festividad del Día de los Muertos no escapa a la violencia que asola Haití, lo que este viernes se hizo patente en uno de sus principales escenarios, el Gran Cementerio de Puerto Príncipe, bajo control y a merced de las bandas, por lo que solo unos pocos acudieron allí para la tradicional celebración vudú.
Delante de una gran cruz que simboliza el lugar donde reside el espíritu conocido como Barón Samedi, guardián de los muertos, se ve a unas pocas personas, en su gran mayoría mujeres.
Algunos rezan y otros colocan velas encendidas delante del Barón mientras cantan, al tiempo que otros arrojan alcohol y trozos de pan y se dirigen a los difuntos con llamativos gestos.
“La fiesta sigue teniendo lugar, pero sin el ambiente al que estábamos acostumbrados. Eso se debe a la inseguridad. Todo el mundo tiene miedo. A pesar de que envié un mensaje pidiendo a los peregrinos que vinieran, tienen miedo”, afirma a EFE Raymond Valcin, director del cementerio de Puerto Príncipe, donde puede verse a algunos hombres armados.
Explica que “hasta esta misma mañana un tanque de la Policía Nacional estaba disparando no lejos del Hospital Universitario Estatal Haitiano. Algunas personas que iban en moto dieron marcha atrás” y no vinieron a las celebraciones.
En el pasado, en estas fechas el cementerio estaba a rebosar con miles de personas llegadas de todo el país; ahora, por el contrario, son los celebrantes de la capital los que huyen a ciudades de provincia en esta festividad.
Año tras año, el número de personas que ‘celebran’ a los muertos disminuye debido a la creciente inseguridad, con ataques armados, secuestros, robos y violaciones. Si esta situación persiste, la tradicional fiesta corre el riesgo de desaparecer de los cementerios de la capital.
En la festividad de los Muertos, que en Haití se conmemora el 1 y el 2 de noviembre, cada cual va al cementerio por una razón concreta: algunas mujeres a pedir hijos o cónyuge, algunos hombres en busca de protección y otros acuden para dar las gracias a los espíritus porque sus peticiones se han cumplido.
Estos días, los cementerios son visitados no solo por devotos del vudú, sino también por curiosos, por pobres que piden dinero y por comerciantes que aprovechan la ocasión para vender alcohol y velas.
Para la fiesta ‘guédé’ de difuntos, en la que se baila y se alimenta a los espíritus, los celebrantes van vestidos con blusas o camisetas blancas o negras y llevan en la cabeza pañuelos morados.
“El festival guédé es un contrato que la gente tiene con loas (espíritus) como Baron, Baron Criminel, Baron Ti Pis, Grann Brijite, Mèt Gran Bwa, Mapyang, tombe universelle…En cuanto el guédé te dice algo, es la verdad. Después de Dios, son los muertos”, explica Valcin.
El Gran Cementerio, donde están enterradas figuras como Jean Jacques Dessalines (líder que proclamó la independencia en 1804), es un lugar cargado de cultura y misticismo y que ahora se encuentra bajo control de las bandas, pues en la zona se ha hecho fuerte la coalición armada conocida como ‘Vivre Ensemble’ (Vivir juntos), dirigida por el todopoderoso expolicía Jimmy Cherizier, alias Barbecue.
Desde febrero pasado, las pandillas controlan el lugar. A su entrada hombres armados reciben a los visitantes y han colocado altavoces para crear un ambiente festivo.
El responsable del cementerio dice que no puede hablar mal de las bandas: “No nos atacan, viven con nosotros”.
El cementerio, cuyas barreras de entrada están destruidas, está siendo utilizado como trinchera para enfrentarse a las fuerzas del orden y para que los bandidos se escondan de la Policía Nacional.
Ahora incluso los muertos huyen del Gran Cementerio y, aparte de miembros de bandas y algunos lugareños, pocos son enterrados allí. “Ya no hay funerales. Todo el mundo tiene miedo”, afirma el director.
Pese a la presencia desde junio pasado de efectivos de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, liderada por Kenia, solo entre julio y septiembre pasado al menos 1.223 personas murieron y 522 resultaron heridas en el país caribeño, según datos publicados por la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití (Binuh).
Estas cifras se suman a las 3.900 víctimas entre muertos y heridos del primer semestre del año, después de que 2023 cerrara con unas 8.000 víctimas.