
La animación parece ser uno de los géneros en cine que más gusta en nuestro país; los últimos meses han demostrado lo dicho con cintas como “Flow” que (habiendo sido estrenada desde enero en México), ganadora del Oscar a cinta animada, al día de hoy sigue estando en cartelera en algunas salas; y no solo eso, México fue el 22% de su taquilla a nivel mundial, con más de 2 millones de espectadores y 6.7 millones de dólares en recaudación; al grado que el próximo 30 de Abril la película tendrá una proyección especial en el zócalo de la Ciudad de México con motivo del día del niño en la que el propio Director de la cinta, Gints Zilbalodis estará presente para agradecer a todo el público. La historia, que narra la travesía de un gatito gris que debe sobrevivir junto a otros animales tras una catástrofe natural, impactó emocionalmente entre la audiencia gracias a su narrativa visual y a su conmovedora banda sonora y sin duda, ha sido un fenómeno como pocas veces vemos. Lo mismo ocurrió con “Memorias de un Caracol”, pues el proyecto de Adam Elliot al momento lleva un total de 1.4 millones de espectadores en el país, siendo también el que más la ha visto a nivel mundial. Una película desgarradora y conmovedora, pero que igualmente logró conectar con la audiencia. Y para finalizar, hace solo unas semanas se estrenó la nueva película en 2D protagonizada por los Looney Tunes, “El día que la tierra explotó” que solo en su primer fin de semana atrajo a 300,000 espectadores, consolidando a nuestro territorio como el segundo
mercado más importante para su estreno.
Es curioso, pero no sorprendente el amor que tenemos en nuestro país por el cine animado; en el caso del último ejemplo bien podríamos hacer mención del factor nostalgia, pero hay algo más. Si, México por su cultura e identidad familiar le da mucho valor a la animación por los niños; cuántos de nuestros padres al igual que nosotros mismos no sacrificaron su tiempo por ver una caricatura o película animada con nosotros, no solo una, muchas veces; quizá el factor de la identidad social y la conformación de nuestra relación y rutina familiar impacta mucho en el valor que le damos a este cine y en que no solo lo consideremos como un género para niños, sino capaz de impactar en el público a cualquier edad, de ahí el respeto por el mismo. Al menos yo, por ejemplo, tengo el grato recuerdo de ir al cine con mi Madre y haber visto Toy Story en su estreno, la película que redefinió la forma de hacer animación y marcó muchas infancias en un cine repleto de niños que ni siquiera encontramos asientos contiguos (porque además eran los 90s). Curiosamente una década después ya en mis veintes veía la que parecía la última entrega de la Saga, completando el circulo de niño a adulto en una sala repleta de gente de mi edad. La animación para el mexicano tiene mucho valor, quizá porque accedemos a ella fácilmente siendo una opción segura en la televisión abierta, ahora en las plataformas, y por ellos se vuelve parte de nuestra identidad en todos sus géneros o estilos. Para el caso de esta nueva cinta de la Warner Bros, es una mezcla de nostalgia y modernidad que llevan Looney Tunes a la pantalla lo que la hace tan fresca, como un respiro en medio de tantas propuestas pretenciosas, ostentosas y que pretenden dar cátedra de diversidad y valores, pero terminan siendo un guion vacío y hueco; lo vemos en casi todo lo que grandes estudios como Disney han hecho recientemente y termina por ser muy mal recibido por el público, incluso en el tráiler de la nueva entrega de Shrek que deja mucho que desear.
Pero esta nueva cinta protagonizada por dos viejos conocidos de todos, Lucas y Porky, a pesar de ser lo mismo que vimos en tele por años, se siente bien; simple, entretenido, elaborado, absurdo incluso como una invasión alienígena con chicles, pero inteligente; además directo y sin temor, con chistes fuertes que de niño no hubiera tomado en cuenta pero, en el mundo moderno donde ser apropiado es algo fundamental (aunque muy mal ejecutado), esos mismos llegarían a asustarme en pantalla con otros personajes. Un rato agradable y sin más, que me hizo recordar como la animación no necesita algo elaborado sino una historia directa, clara, simple y sin miedo a ser lo que es, arte para todo público (o para cierto público en el caso de las 2 primeras cintas de las que hablamos); pero con una finalidad clara, sea entretener, conmover, asustar, burlarse. El cine animado no es engorroso, pero si profundo y hasta complejo, ahí su valor que bien sabemos nosotros apreciar y celebrar y que las grandes productoras llegan a ningunear e infravalorar, creyendo que basta con tecnología y técnicas avanzadas para atraer al público cuando bien sabemos que no es suficiente, más cuando todos pueden hacer animación en un clic hoy en día. Si quieren pasar un buen momento, tanto la cinta de los Looney Tunes “El día que la tierra explotó”, como “Flow” y “Memorias de un caracol” aún están en cines y son una gran opción si no las han
visto.
FACEBOOK / INSTAGRAM / X / TIKTOK angelsarmientolopez
Foto: Google