
Durante más de un siglo, enormes rocas de hasta 320 kilogramos se deslizaban misteriosamente en el desierto californiano sin testigos, hasta que en 2013 un equipo científico logró capturar en video este extraño fenómeno.
En el árido y desolado paisaje del Valle de la Muerte de California, un extraño fenómeno intrigó durante décadas a científicos y visitantes. En la superficie plana y agrietada de Racetrack Playa –un antiguo lecho lacustre formado hace unos 10.000 años tras la evaporación de un lago prehistórico–, enormes rocas se deslizan por sí solas, dejando tras de sí largos surcos de hasta 460 metros de longitud que desafían cualquier lógica.
Sin intervención humana aparente, estas “piedras navegantes”, algunas de hasta 320 kilogramos de peso, han sido objeto de teorías que van desde los vientos huracanados hasta las fuerzas magnéticas o, como suele ocurrir con los buenos misterios, incluso la intervención de seres extraterrestres.
Lo más desconcertante del fenómeno era que nadie había presenciado jamás el desplazamiento de estas rocas. Los visitantes simplemente encontraban que las piedras habían cambiado de posición entre visitas, evidenciado por los característicos surcos que dejaban en el suelo del desierto. Algunas rocas mostraban trayectorias perfectamente paralelas e incluso giros sincronizados, como si estuvieran coreografiados por una fuerza invisible.
En 2011, dos primos científicos, Richard D. Norris y James M. Norris, decidieron resolver el misterio de una vez por todas. Fundaron lo que denominaron “Slithering Stones Research Initiative” (Iniciativa de investigación de piedras deslizantes) e instalaron un sofisticado sistema de monitoreo.
Su metodología fue exhaustiva: de acuerdo con EarthSky, establecieron una estación meteorológica cerca de la “playa”, colocaron 15 rocas equipadas con rastreadore GPS instalaron cámaras time-lapse para registrar cualquier movimiento y una estación meteorológica de alta resolución para captar pequeñas variaciones en la velocidad del viento.
Los investigadores se prepararon para una larga espera. “Esperábamos esperar cinco o diez años sin que nada se moviera”, señaló Richard Norris en un comunicado de la Universidad de California en San Diego en 2014. Sin embargo, la suerte les sonrió mucho antes.
Apenas dos años después de iniciar el proyecto, los días 4 y 20 de diciembre de 2013, el equipo logró lo impensable: capturar en video el desplazamiento de las piedras. En uno de estos eventos, más de 60 rocas se movieron simultáneamente, algunas recorriendo hasta 224 metros en varios episodios.
Los datos del estudio, publicado en 2014 en la revista PLOS ONE, revelaron que las piedras se desplazaban a un ritmo de entre 2 y 5 metros por minuto. Como señala el medio científico IFL Science, “no es exactamente un récord de F1, pero sin duda está a la altura de las rocas inanimadas más rápidas de la Tierra”
La explicación resultó ser una delicada danza entre el hielo y el viento. Durante el invierno, cuando se forma un estanque poco profundo en la playa, el agua se congela creando una capa de hielo sorprendentemente fina, de apenas 3 a 6 milímetros de grosor. Cuando el sol de la mañana comienza a derretir este hielo, se forman grandes paneles flotantes que, impulsados por suaves brisas de entre 4 y 5 metros por segundo (no los fuertes vientos que se sospechaban anteriormente), empujan las rocas en patrones determinados por la dirección del viento y el flujo del agua bajo el hielo.
Este espectáculo natural es tan raro como fascinante. Las piedras solo se mueven una vez cada dos o tres años, y sus huellas permanecen visibles durante tres o cuatro años. Las rocas, compuestas de dolomita y sienita, dejan rastros diferentes según su superficie: las de fondo rugoso trazan líneas rectas, mientras que las de base lisa tienden a serpentear por la playa.
A pesar de haber resuelto el misterio, Racetrack Playa sigue siendo un lugar extraordinario. Sus “carreras de rocas” continúan siendo uno de los espectáculos más peculiares de la naturaleza, aunque presenciarlas en directo requiere una paciencia extraordinaria y una buena dosis de suerte.
Crédito: DW-US-LATAM