En México, hemos enfrentado etapas económicas complicadas, como las crisis sexenales que afectaron nuestra economía y, especialmente, la inflación durante décadas. Ante este escenario, las empresas buscaban mantener precios accesibles y márgenes de utilidad, pero era un desafío debido al aumento en los costos.
Una estrategia utilizada fue la shrinkflación, un fenómeno económico en el que los productos se reducen en tamaño o cantidad mientras que sus precios permanecen igual. Esto ocurre cuando las empresas intentan mantener sus márgenes de utilidad frente a aumentos en los costos de producción, como materias primas más caras o aumento de los salarios.
Algunos ejemplos notables de shrinkflación son:
• En 2010, la barra de chocolate Toblerone pasó de 200 gramos a 170 gramos.
• El tamaño de los paquetes de té Tetley se redujo de 100 a 88 unidades.
• El peso de las barras de jabón Dove se redujo de 100 gramos a 90 gramos en 2022.
• El tamaño de los paquetes paquetes de cereal de General Mills se redujo de 19,3 onzas a 18,1 onzas en 2021.
Aunque en México esta práctica aún no está regulada, en Estados Unidos se presentó un proyecto de ley en 2024 para prohibir la shrinkflación.
La shrinkflación puede ser una opción para mantener accesibles nuestros productos y servicios, pero requiere ética en su aplicación.