
El pasado 17 de julio de 2025 falleció, a los 97años, Don Roberto Servitje Sendra, uno de los empresarios mexicanos más influyentes del siglo XX y un referente moral y humano para toda una generación de emprendedores.
Como presidente nacional de USEM, tuve el honor de conocer y convivir con Don Roberto. Siempre fue un hombre congruente, reflexivo y dispuesto a ayudar, a escuchar y a dar consejos a los empresarios que se acercaban a él. En el Curso de Formación Social —del cual fue cocreador junto con su hermano, Don Lorenzo Servitje, y otros notables empresarios de la época— impartía la cátedra «La empresa, una nueva forma de entenderla», la cual tuve la oportunidad de dictar, cuando Don Roberto se retiró de la docencia en USEM.
Don Roberto no fue el típico empresario obsesionado con las utilidades a corto plazo. Fue un hombre profundamente creyente, convencido de que el trabajo bien hecho, la dignidad del colaborador y la responsabilidad social eran los verdaderos pilares del éxito empresarial. Defendía con fuerza que una empresa debía tener un sentido trascendente, una misión que fuera más allá del mercado.
Fue uno de los impulsores del modelo de empresa con sentido de propósito y, desde los años 70, promovió iniciativas de responsabilidad social inspiradas en el pensamiento social cristiano. Él ya hablaba de sustentabilidad, inclusión y ética en tiempos en que esos términos aún no aparecían en los informes anuales.
En esta época marcada por startups efímeras y, en ocasiones, por líderes egocéntricos, la figura de Don Roberto se levanta como un faro de sensatez y profundidad. ¿Qué lecciones nos deja a quienes emprendemos hoy?
Don Roberto Servitje Serna se ha ido, pero su legado permanece en cada rebanada de pan que alimenta a una familia, en cada historia de un trabajador que encontró una carrera en Bimbo, en cada emprendedor que descubre que sí se puede hacer empresa con principios.
Hoy más que nunca, necesitamos figuras como él para inspirarnos. Porque el verdadero emprendimiento no consiste solo en fundar empresas, sino en fundar esperanza. Y en eso, Don Roberto fue un maestro.
¡Misión cumplida, Don Roberto!