
La estrategia de competir sin aliados no es valentía. Es la confirmación de su aislamiento político, social y moral.
El PRI de Puebla ha anunciado con bombo y platillo su “estrategia” rumbo al 2027: competir solos en todos los cargos de elección popular. Lo hacen como si fueran ese viejo lobo de mar que vuelve a altamar… pero sin barco, sin brújula y sin tripulación.
Este anuncio llega en el peor momento posible para el priismo nacional. Apenas esta semana, Rafael Echazarreta Torres, dirigente municipal del PRI en Mérida, fue detenido por un presunto fraude de 12 millones de pesos, denunciado por el empresario Horacio de Freitas. Es solo el último escándalo de una larga lista que arrastra el partido.
En Puebla, el acto fue encabezado por Néstor Camarillo y Delfina Pozos, quienes reciben el respaldo del Comité Ejecutivo Nacional a nombre de Alito Moreno. Sí, el mismo dirigente señalado por enriquecimiento ilícito, el de las grabaciones infames y las frases inolvidables como “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”. Todo un referente ético.
Pero el verdadero problema no es el discurso. Es la realidad electoral:
Y mientras el barco se hunde, hay quienes siguen tocando el violín. Delfina Pozos, diputada local por la vía plurinominal, salta de un tema a otro buscando algo que le dé sentido a su carrera legislativa. Cuando no critica una ley de ciberseguridad que poco entiende, se suma al reclamo por el agua; y ahora hasta responsabiliza a Agua de Puebla por las tormentas eléctricas. ¿Acaso espera que también controle el clima?
Seriedad, diputada. Seriedad.
El PRI no va solo por estrategia.
Va solo porque no tiene con quién, ni por qué, ni para qué.
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