“No se por qué nos la pasamos hablando mucho de amor y poquito de amistad…” Esta es parte de la reflexión que se menciona y que realmente me queda después de ver la que, a mi gusto, es la serie de mayor valor cultural mexicana en los últimos años, y quizá la mejor producción nacional realizada por Netflix en toda su historia.
Los medios y las películas nos hacen idealizar 2 cosas; la primera, el amor como “el último gran premio”, la meta final en la vida de cualquiera, y aun cuando llevamos décadas y generaciones culpando a las telenovelas de este efecto, el amor de pareja sigue representando más de la mitad de las historias que vemos en televisión y la pantalla grande. Y por el otro lado, las grandes ciudades; es como la idea de que todo lo que debe uno aspirar a ser y tener es un amor de pareja donde vivamos felices para siempre en medio de una gran urbe; en toda la modernidad de primer mundo, del lujo y del tener. Pero ¿dónde quedan todas las demás historias del abanico de posibilidades? ¿Qué pasa con las amistades para siempre? ¿por qué no es importante hacer honor a los amigos sobre todas las cosas, a nuestros orígenes, a los relatos que tienen lugar en los poblados más recónditos, no del planeta, sino de nuestro país?
Pues entre cientos de proyectos y productos que nos incitan a hacer todo por el amor romántico, nos llega un relato mexicano tan rico en cultura, en valores, en identidad, que me sorprende el grato recibimiento y rápido éxito entre todos los usuarios de la plataforma que la han hecho de lo más visto. Pero a todo esto, de qué nos habla “El secreto del rio”.
La historia nos trae la amistad entre dos pequeños que comienza con la llegada de Manuel a vivir con su abuela a un pequeño poblado cerca de Oaxaca, en el Istmo de Tehuantepec. Siendo ambos muy diferentes, Erik correspondiendo a los estándares de lo que el macho mexicano debe esperar de un hombre desde su infancia y Manuel, que se encuentra en la dura situación de descubrir quien es en realidad, no lo que le atrae, sino como se identifica a si mismo. Con esta situación en un lugar donde el hombre “hecho y derecho” rige todo, lejos de su madre que parece lo ha abandonado a su suerte y tratando de empezar un nuevo camino en su vida, la amistad de ambos niños nos va a demostrar que las diferencias no son una limitante cuando existe un cariño puro y sincero, compañerismo y apoyo real. Todo esto va a reforzarse cuando un intento de abuso hacia Manuel por parte uno de estos “hombre de bien a la antigua” ponga a los pequeños en una situación que los haga llevar un secreto que puede costarles el resto de sus vidas.
Pero ¿qué más tiene de especial esta historia? Pues si describir un poema a la amistad como este no es suficiente, cabe mencionar entonces que, al desarrollarse en esta zona del país, vamos a ver el reflejo de una sociedad que no nos es nada ajena, pero que enfatiza mucho más la vulnerabilidad de los infantes ante los adultos y el rechazo que pueden recibir por no cumplir con las expectativas de estos; mostrándonos que toda esa maldad y esos prejuicios vienen únicamente del adulto que los transmite de generación en generación como costumbres y como plagas. Y lo más interesante de todo, que envuelve estas historias y bien podría ser la capa más profunda, así como la más superficial en el relato, la introducción de las Muxes de Oaxaca como parte importante de la sociedad, un grupo del que poco sabemos pero que han estado ahí desde siempre, siendo una figura de verdadera importancia en la cultura Zapoteca, en el límite de una bendición para la tradición y algo aberrante para el pueblo. La relevancia que las Muxes tienen en el lugar y por supuesto en la vida de Manuel para efectos de la narrativa de la historia, es un punto de cambio en las posibilidades que él tiene y que le llevarán a entender un poco de la libertad que podría lograr al aceptarse a si mismo aun cuando sus conocidos y su propio padre lo vean como un peligro y es aquí donde la amistad y el apoyo de Erik se vuelve fundamental en su propia aceptación, y aun con el paso de los años este lazo queda intacto y se hace más fuerte; contra todos los que creen que no es natural su relación o que los incitan a que son algo más que simples amigos.
Realmente son muchos los puntos a considerar en esta historia, muchas capas que enriquecen el todo, la naturaleza humana, las tradiciones, el folklor; cada elemento es realmente importante para que todo el relato se dé de la forma en que lo hace y cuando concluyes no puedes evitar pensar que realmente la amistad merece más tiempo en pantalla, y que historias como estás merecen ser contadas con más frecuencia porque todos los modos de vida y todos los lugares del país son ricos en anécdotas que quedan como un grito ahogado en medio de la nada, sin ser escuchados.
Para finalizar, un punto a destacar es todo el talento mexicano que vemos en pantalla, nacional, diverso y representativo de la zona. Desde un Diego Calva que da vida a Erik adulto, mexicano a quien ya hemos visto en producciones internacionales como Babylon y tiene en este momento otra joya de serie que dejaré para otro momento; Trinidad González, actriz y modelo mexicana que ha participado ya pare varias campañas de marcas como Moschino y Valentino, y hace a Manuel en su vida adulta (spoiler alert), siendo la primera mujer trans en tener un protagónico en la plataforma; o La Bruja de Texcoco que encarna a Solange, una Muxe que creo yo es el corazón del mensaje de la serie; y claro, todas sus compañeras que hacen un retrato importante de lo que su misión tiene en el pueblo. Y los niños, los niños te roban el corazón desde el primer minuto. La creación de toda esto queda a cargo de Alberto Barrera, a quien conocemos por escribir telenovelas bastante importantes como Nada Personal y Mirada de Mujer, El Regreso; y en este guion sin duda puso mucho corazón para llegar a lo más profundo de nuestros sentimientos, haciéndonos reflexionar que la amistad es muchas veces lo único que nos hace sentir que no estamos tan solos en este mundo.
POR ANGEL SARMIENTO
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