
El periodista deportivo francés Christophe Gleizes, condenado a siete años de cárcel en Argelia, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado y ahora es, según su familia, víctima colateral de la crisis diplomática entre París y Argel y un aviso del país árabe contra la libertad de prensa.
“Jamás podríamos haber imaginado, ni por un segundo, que cumpliera prisión, ni siquiera un mes. Siete años de prisión firme para nosotros es inimaginable”, explica en una entrevista con EFE Maxime Gleizes, hermano del reportero que ha sido condenado por apología del terrorismo, una acusación que rechazan tanto él, como su familia y organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF).
El hermano del periodista, que es actor y se encuentra en el Festival teatral de Aviñón, donde el miércoles pasado organizó una marcha de apoyo, cree que una condena como esta quizás no habría tenido lugar hace una década, pero ahora Christophe está “atrapado en desafíos de la diplomacia entre Francia y Argelia” que les “sobrepasan”.
Lo expresa sin “culpar a nadie, ni a Argelia ni a Francia”, al entender que son dos naciones con un “pasado difícil” entre ellas, pero cree que también se trata de un mensaje ejemplarizante para la prensa por parte de Argel, ya que no se puede meter “en la cárcel a un periodista durante tanto tiempo” solo por hacer su trabajo.
Gleizes, de 36 años y un apasionado del fútbol y del continente africano, había viajado en mayo de 2024 para realizar un reportaje sobre la era dorada del club de fútbol local de Cabilia, el Jeunesse Sportive de Kabylie (JSK), durante los años 80.
También planeaba cubrir la conmemoración de los diez años de la muerte del futbolista camerunés del Cabilia Albert Ebossé, fallecido a causa del lanzamiento de una piedra desde la grada por parte de un aficionado, y debía entrevistar al entrenador del Mouloudia Club de Argel, Patrice Beaumelle, así como hacer un perfil del futbolista Salah Djebaïli.
Fue detenido solo unos días después de su llegada en Tizi Ouzou (a unos 100 kilómetros al este de la capital) y se le impuso libertad condicional sin salir del país, acusado de glorificar el terrorismo y de poseer publicaciones con fines propagandísticos perjudiciales para los intereses nacionales argelinos.
Las acusaciones contra él derivan de haberse puesto en contacto en 2015 y 2017 con el presidente del club de fútbol Tizi Ouzou, quien también es una figura destacada del Movimiento por la Autodeterminación de Cabilia (MAK), designado por el Gobierno argelino como organización terrorista.
Pero Gleizes no tiene en absoluto nada que ver con la política y mucho menos con las aspiraciones del MAK, recalca su hermano, más allá de su interés por el fútbol y su contexto.
Por esa razón, la familia ve distinto su caso del de otro famoso preso francoargelino que ha sido motivo de fricciones recientes entre los dos países, el del escritor Boualem Sansal (de 75 años y enfermo de cáncer), quien está encarcelado por sus escritos y cuya liberación ha reclamado reiteradamente París sin éxito hasta la fecha.
“Mi hermano es alguien extremadamente empático que tiene una gran bondad humana, que es divertido, amable, positivo, que tiene ganas de vivir y que hace avanzar el mundo hacia algo más bonito. Es verdaderamente absurdo que esté hoy en prisión”, afirma Maxime Gleizes.
Sí reconoce un error en que su hermano entrara en el país con visado de visitante -que es otro de los cargos por los que se lo condenó el pasado 29 de junio- debido a la imposibilidad de lograr uno profesional, pero en ningún caso es un hecho que merezca siete años en la cárcel.
Respecto a su estado físico y mental, la familia recibe tan solo las noticias que les da su abogado cuando le visita cada dos semanas, ya que ningún pariente ha podido obtener visados para viajar a Argelia.
Al menos hasta el pasado 2 de julio, cuenta el hermano, Christophe “mantenía la moral”, a pesar de estar recluido en una celda de diez metros cuadrados que debe compartir con otro preso.
Frente a la impotencia, Maxime Gleizes asegura que su familia está recibiendo todo el apoyo del Gobierno francés y también el ánimo de la sociedad, con muestras como la petición organizada en línea por RSF para su liberación, que ya ha sido firmada por miles de personas anónimas y por figuras públicas como los actores Catherine Deneuve y François Civil o el exfutbolista brasileño Raí.