
El Museo del Perro, un espacio ‘dog friendly’ donde perros como Spartacus pueden acompañar a sus dueños durante la visita, es el primero de este tipo en Francia y el segundo más grande del mundo, tras el de Nueva York.
Spartacus, un enorme terranova de pelaje blanco y negro, no se intimida con la atención de los visitantes y posa para las fotos. Ha venido con su dueña a recorrer el museo en Aubervilliers (en la periferia norte de París), donde los perros son bienvenidos y forman parte activa del público, lo que hace al espacio único.
“Tenemos hasta dos pequeños parques de perros al pie del edificio para que los perros que nos visiten puedan correr antes de entrar”, explica a EFE Dorothée Fabre, responsable del museo y la mediateca.
Inaugurado el pasado 15 de mayo y ubicado en la sede de la ‘Centrale Canine’, una institución que coordina la comunidad canina francesa desde 1881, reúne más de 500 metros cuadrados de colecciones que incluyen desde esculturas, grabados y tapices hasta objetos tan pequeños como un botón, reflejando la importancia del perro como compañero y figura cultural a lo largo del tiempo.
La primera obra que se puede apreciar a la entrada es la ficha de registro del Libro de Orígenes Francés, que data de 1885 y recoge el primer perro, Marco, registrado oficialmente en Francia.
Junto a él hay un panel que reproduce una curiosa colección de 1912: cromos de diferentes razas de perros que se incluían dentro de los paquetes de tabaco en Inglaterra, con una imagen en el anverso y una ficha técnica en el reverso que detalla raza, carácter y origen del animal.
El conjunto refleja el lugar que el perro ha ocupado y sigue ocupando en la historia: desde modernos objetos publicitarios hasta estatuillas precolombinas, pasando por una pequeña perrera de viaje de la época del emperador Napoleón III.
Entre las piezas destacadas se pueden ver los dibujos de la artista Julie Salmon, realizados con bolígrafo, que aportan una belleza singular a la colección.
Muchas de las piezas provienen de las donaciones del veterinario militar Michel Contart, que legó más de 2.000 libros sobre el mundo canino, desde el siglo XVIII hasta 2008.
La musicóloga Marcelle Benoît, por su parte, aportó numerosas piezas centradas en los chihuahuas y los crestados chinos, razas que coleccionó durante años.
“Ahí dijimos: es increíble. Podemos sumar lo que ya habíamos adquirido en mercados y subastas a estas dos colecciones magníficas”, alegó Dorothée Fabre.
La idea del museo surgió hace más de quince años, mientras preparaban la apertura de una mediateca especializada que abrió sus puertas en 2011. El impulso definitivo llegó con un cambio en la dirección de ‘Centrale Canine’ y una voluntad clara de abrirse al gran público.
“Queríamos que esta antigua casa de la ‘Centrale Canine’ se convirtiera en una verdadera casa del perro”, indica Fabre sobre el edificio de cinco pisos en el que están instalados.
A partir de septiembre comenzarán visitas temáticas y talleres escolares, después del éxito de una jornada de puertas abiertas con niños de Aubervilliers, en la que hubo talleres de lectura con perros y de arte y sensibilización.
“Muchos niños llegan con miedo a los perros, pero después de unas horas acaban cepillándolos y paseándolos”, relató Fabre. También destaca el papel terapéutico del perro: “Hemos premiado a una enfermera en Bretaña que acompañaba a sus pacientes adolescentes con un dálmata. A veces es más fácil hablarle a un perro que a un adulto”.
En el museo conviven obras de numerosos artistas, entre ellos varios españoles, como el sevillano Chiqui Díaz, galardonado en 2021 con el Premio de Bellas Artes de la ‘Centrale Canine’ por su escultura en bronce de un galgo en movimiento, o los cuadros del pintor naturalista Miguel Ángel Moraleda que retratan razas asociadas a diferentes regiones de Francia.
Aunque Aubervilliers “no es tan conocida como el centro de París”, admite Fabre, el museo ha despertado un gran interés internacional.
Los primeros días tras la inauguración, la exposición se viralizó en redes sociales y ha recibido visitantes de Asia, Estados Unidos, Países Bajos, Italia o Reino Unido, además de franceses.
“Mucha gente viene solo por el boca a boca digital”, destaca la responsable, que espera recibir entre 400 y 500 visitantes al mes cuando el espacio esté completamente operativo, con audioguías, señalización interna y una tienda.
“Queremos que los visitantes salgan con un sentimiento de gratitud hacia el perro”, confiesa Fabre. “Están en nuestras casas, en nuestras historias, en nuestro cine, en la literatura (…), lo que hacemos aquí es reconocer el lugar que ha ocupado, y sigue ocupando, en la vida de los humanos”.