Hadalin afrontan la destrucción de sus hogares

"israel Las Demolió, Como Siempre": Los Hadalin Afrontan La Destrucción De Sus Hogares

Cuando Eid Suleiman Hadalin explica cómo Israel pretende demoler un tercio de su aldea, Umm al Jeir (sur de Cisjordania), un colono de origen ucraniano saca su teléfono y comienza a grabarle. “¡Que tengáis un buen día!”, grita sonriente desde su jeep, mientras el palestino reconduce la entrevista entre los muros del centro comunitario local.

El centro es una de las 14 estructuras que Israel pretende demoler en la aldea, junto a un invernadero y 12 viviendas, a las puertas del invierno. Hace las veces de clínica, acoge actividades para las mujeres de la aldea, funciona como aula de informática para los niños o punto de reunión para activistas internacionales y, el pasado martes, de refugio ante la grabación del colono durante una conversación con EFE.

“¿Ves los escombros? Esa era nuestra casa. Vivíamos allí e Israel la demolió, como siempre. Te vuelves a ver como un refugiado”, explica después Eid en lo alto de una de las colinas desérticas de Hebrón sobre las que se asientan las chabolas de Umm al Jeir.

El verano de 2024 las excavadoras de Israel demolieron su casa junto a las de otra decena de familias y, ahora, afronta la demolición de su nuevo alojamiento.

Los residentes explican que el 28 de octubre recibieron órdenes de demolición definitivas de manos de la Administración Civil (el órgano gubernamental israelí en Cisjordania), que les dio dos semanas para preparar su caso ante un tribunal israelí. De ejecutarse las demoliciones, unos 100 de los 300 habitantes de la aldea perderán su hogar.

Los Hadalin, la familia que puebla Umm al Jeir, fundaron la aldea en 1948 tras ser expulsados por las fuerzas israelíes de Beerseba, en el sur de Israel, durante la Nakba (‘Catástrofe’, en árabe), el desplazamiento forzoso de unos 700.000 palestinos de sus hogares en el marco de la guerra árabe-israelí ese mismo año.

“Ahora vuelve a pasar, pasa una y otra vez. Y, mientras, ves a los colonos expandirse. ¿Ves lo largo que es Carmel?”, dice, repasando con la mano la silueta, a decenas de metros, de las casas en las que residen los colonos israelíes.

Colindando con la aldea se extiende el asentamiento de Carmel, con cerca de 500 habitantes según la ONG Peace Now, si bien algunas estimaciones los elevan a 600.

Aunque Carmel está delimitado por un portón metálico y vallas alambradas, el asentamiento trata de crecer sobre el territorio de Umm al Jeir: este verano, los colonos colocaron siete casas prefabricadas detrás del centro comunitario y dos familias se han mudado allí.

Este ‘puesto de avanzada’ o inicio de asentamiento es ilegal también para la ley israelí, además de para el derecho internacional, pero el Gobierno tolera la creación de estas estructuras y puede llegar a regularizarlas como asentamientos o barrios pertenecientes a otros existentes.

Dos semanas para congelar las demoliciones

Los colonos lo alzaron un mes después de que el colono Yinon Levy matara de un disparo a Odeh Hadalin cuando se encontraba en el centro comunitario.

Allí EFE habla con su hermano, Jalil Hadalin, que también se enfrenta a la demolición de su casa: “¿Crees que el tribunal del Gobierno (israelí) me va a dar algo, como palestino? Que me de justicia, por ejemplo. Que me de permisos para construir. Lo que hay es un intento de desplazar a mi familia y a mi comunidad”.

Por esto mismo, Jalil y Eid libran la batalla de los medios, antes que la de la justicia, con tal de que su caso gane visibilidad y la presión internacional termine por paralizar el proceso.

“¿Sabes por qué nos dan dos semanas? Dos semanas no son suficientes para preparar el expediente para ir al tribunal”, dice Jalil, “esto es lo que nos dio el Ejército, no nos dio tiempo suficiente para completar el expediente, trabajar y prepararnos”.

Jalil defiende que en la vecina aldea de Susiya, el proceso de demoliciones se encuentra paralizado gracias a la presión conseguida en torno a ella. “Consiguiendo congelarlo (el proceso), es una buena forma de intentar prepararnos más en el terreno”.

En febrero, Amnistía Internacional advirtió que al menos diez aldeas de Masafer Yatta, el conjunto de comunidades beduinas al que pertenecen tanto Umm al Jeir como Susiya, están en riesgo de sufrir un desplazamiento forzoso por la combinación de demoliciones, violencia colona y militar perpetradas por Israel.

Pero, ¿pueden demoler la aldea antes de ese periodo de tiempo?: “Esto ya ha pasado antes. Los israelíes no tienen nada que les pare”, lamenta Eid. “Tal vez de repente invadan la aldea por la noche, o por la mañana te encuentras encerrado en un área militar cerrada y empiezan a demoler”.

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