Por: Paul Cabrera
Ingresar a la sala de operaciones y ser sometido a una intervención quirúrgica es algo que muchas personas desearían no tener que hacer. El temor a la cirugía es una realidad, a pesar de los avances médicos y tecnológicos. Sin embargo, existe un procedimiento quirúrgico que no está relacionado con daños físicos graves, fracturas o emergencias médicas: las cirugías cosméticas.
En México, este tipo de cirugías son comunes. Nuestra nación se encuentra en el tercer puesto a nivel global en cirugías estéticas, únicamente por detrás de Estados Unidos y Brasil. En el año 2017, se llevaron a cabo 1,036,618 cirugías estéticas en México, de acuerdo a la información proporcionada por la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. La liposucción es la cirugía más popular con 73 mil 231 operaciones, seguida por la mamoplastia, rinoplastia, cirugía de párpados, abdominoplastia y levantamiento de glúteos.
No obstante, la mayoría de las muertes por procedimientos quirúrgicos en nuestra nación son causadas por cirugías estéticas. Esto no se debe a la peligrosidad intrínseca de las cirugías, sino a aspectos como la abundancia de clínicas secretas, la falta de ética de algunos “médicos” y la preferencia por procedimientos baratos que pueden ser mortales. El empleo de anestesia infectada también puede causar la muerte.
Generalmente, las muertes no ocurren en la sala de operaciones, sino a causa de complicaciones después de la cirugía.
El dilema no se limita únicamente a México. Una joven influencer de Inglaterra falleció después de una cirugía de reducción de estómago malograda en Turquía. Durante la operación, su intestino delgado fue seccionado, sin embargo, los doctores le autorizaron viajar en avión de regreso a casa. En el viaje de vuelta a Londres, se enfermó gravemente y el avión tuvo que aterrizar de emergencia en Serbia. A pesar de la cirugía de emergencia, murió debido a shock séptico y fallo de varios órganos.
La chica tomó la decisión de realizarse la operación debido al acoso por su peso. Su familia, devastada, reveló que no sabían sobre la operación hasta pocos días antes del viaje.
Esta historia subraya la necesidad de que tiene que haber mayor regulación y supervisión en la industria de la cirugía estética, así como una mayor conciencia sobre los riesgos de buscar soluciones rápidas y económicas para problemas complejos.