Irak encara unas elecciones sin grandes cambios

Irak Encara Unas Elecciones Sin Grandes Cambios, Marcadas Por La Pugna Interna Sectaria

Pocos cambios espera el panorama político iraquí en las próximas elecciones generales del 11 de noviembre, en las que los principales bloques chiíes, suníes y kurdos volverán a competir por los 329 escaños del Parlamento, así como por las jefaturas del Estado, Gobierno y de la propia cámara.

Varios analistas consultados por EFE apuntan que la competición será aún más fuerte por esos puestos dentro de los propios grupos políticos, en un sistema que se estructura en torno a bloques parlamentarios que reflejan las divisiones sectarias, étnicas y regionales del país.

“Las elecciones revisten gran importancia, ya que sus resultados determinarán quién dirigirá el país durante los próximos cuatro años, una etapa crítica debido a la situación que atraviesa la región”, dijo a EFE el diputado Ahmed al Yaburi.

Al igual que otros analistas y observadores, Al Yaburi cree que en esos comicios, que se celebran por sexta vez desde el derrocamiento de Sadam Husein (2003), no se espera una gran afluencia por varios factores, como el boicot anunciado por la corriente sadrista, del influyente clérigo chií, Muqtada al Sadr, seguido por millones de iraquíes y que rivaliza con los grupos proiraníes.

Ese boicot, que el propio Al Sadr atribuyó a la “corrupción” en las instituciones del país, “beneficiaría a los demás partidos chiíes rivales de Al Sadr que aprovecharán para aumentar el número de sus escaños” en el nuevo legislativo.

Lucha por el poder Según Yaburi, la competición sería fuerte sobre la jefatura del Gobierno -el puesto ejecutivo más influyente- entre la Alianza para la Reconstrucción y el Desarrollo, liderada por el actual primer ministro, Mohamed Shia al Sudani, y la Coalición ‘Estado de Derecho’, de Nuri Al Maliki, ambos pertenecen al principal bloque chií proiraní ‘Marco de Coordinación’.

“En cuanto a los kurdos, el caso será la presidencia de la República, puesto que el Partido Democrático del Kurdistán (de Masud Barzani) aspira a obtener dicho cargo”, ocupado desde los comicios de 2021 por Abdulatif Rashid, que pertenece al partido Unión Patriótica del Kurdistán.

El profesor de ciencias políticas en la Universidad de Tikrit, Ali al Saleh, apuntó que no espera que “las elecciones se desviarán del contexto ni de los resultados de las anteriores, a pesar de su importancia dada la transformación que se ha producido y se está produciendo en la región”.

Aludía al complicado panorama iraquí caracterizado por la influencia iraní sobre grupos que componen la principal coalición política del país, ‘Marco de Coordinación’, integrada también por alas políticas de milicias como la alianza de la Movilización Popular, así como al Gobierno de Al Sudani que intenta mantener estratégicas relaciones con Estados Unidos.

“A nivel interno, los principales partidos de Irak intentarán mantener sus posiciones (…) los individuos corruptos se esforzarán para proteger la corrupción y sus beneficios, mientras que, a nivel externo, Irán intentará mantener su influencia por cualquier medio posible, ya sea blando o duro”, aseveró.

Influencias externas “La cuestión dependerá de la (futura) política estadounidense que determinará si EE.UU. desea continuar su connivencia con Irán. En ese caso ambos (países) acordarían un gobierno desprovisto de poder, y este es el resultado esperado”, agregó.

Al Saleh restó importancia al boicot de los comicios por la corriente sadrista, pese a reconocer “su influencia en las calles”, al considerar que “no puede cambiar nada a menos que ordene a sus seguidores salir a protestar y perturbar la vida para influir en el gobierno, lo cual considero improbable”.

Yaser Mutlaq, director de la Fundación Fawasel para la Investigación y Estudios, consideró que las elecciones “no alterarán fundamentalmente el sistema político, aunque revelarán hasta que nivel ha cambiado la opinión pública (respecto al sistema político iraquí) y la capacidad de las fuerzas políticas tradicionales para mantener su base” popular.

“No se espera que generen una reforma integral, sino más bien una redistribución del poder dentro del propio sistema. Esto se produce en medio de los intentos de algunas fuerzas por reproducir el discurso del Estado-nación como una nueva fachada para el mismo sistema basado en cuotas”, afirmó.

“Lo que se espera es ver si el cambio permanecerá superficial dentro del mismo sistema o que la situación comenzará a cambiarse de forma gradual hacia alternativas políticas más independientes”, agregó.

Corrientes enfrentadas

Según Mutlaq, estas elecciones “se celebran en un momento de claro estancamiento político, ya que la ciudadanía ha perdido la fe en los partidos islamistas tradicionales, mientras que algunas fuerzas civiles o locales intentan avanzar como alternativas”.

Consideró que estos comicios “determinarán la configuración de la fase de transición dentro de la comunidad chiíta en particular. ¿Permanecerá la influencia en manos de los partidos vinculados al eje iraní, o surgirá un nuevo equilibrio de poder en el que el dominio del islam político chií disminuya en favor de proyectos más pragmáticos y nacionalistas?”.

Descartó que la enemistad entre Irán y EE.UU influya “esta vez en las elecciones, como se rumorea”, aseverando que “el conflicto será entre facciones dentro del propio sistema político, que compiten por representar la legitimidad chií”.

“La batalla no se libra entre dos fuerzas externas, sino entre dos modelos de poder dentro de Irak; un modelo sectario tradicional con una mentalidad de influencia regional y un modelo pragmático que busca reformularse con una fachada nacional para continuar la hegemonía de una manera diferente”, concluyó.

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