Las cadenas de valor: la brújula para encontrar huecos de oportunidad

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En los negocios, solemos mirar sólo lo que ocurre dentro de nuestra empresa: ventas, costos, clientes, proveedores. Pero las grandes oportunidades no siempre están en lo que hacemos, sino en lo que otros hacen mal, lento o de forma ineficiente. Ahí es donde entran las cadenas de valor: mapas que revelan los huecos donde nacen las verdaderas oportunidades de emprendimiento.

¿Qué es una cadena de valor?

Una cadena de valor es el recorrido completo que sigue un producto o servicio desde su origen hasta el consumidor final. Incluye todos los actores, actividades y flujos que agregan valor: desde el productor de materia prima hasta el punto de venta, pasando por la logística, la manufactura, la distribución y la promoción.

Michael Porter la definió como el conjunto de actividades que permiten crear valor y generar ventaja competitiva. Pero más allá del concepto académico, una cadena de valor es, en la práctica, un ecosistema interconectado, donde cada eslabón influye en los demás.

Tipos de cadenas

Podemos identificar al menos tres tipos de cadenas relevantes para los emprendedores:

1. Cadenas productivas: Transforman insumos en bienes o servicios. Ejemplo: del campo al plato en la industria alimentaria.

2. Cadenas comerciales: Intermedian el flujo entre productores y consumidores. Ejemplo: marketplaces, distribuidores, franquicias.

3. Cadenas de servicios o conocimiento: Basadas en talento humano, información y experiencia. Ejemplo: turismo, educación o consultoría.

También hay cadenas híbridas, donde conviven procesos físicos y digitales, cada vez más comunes con la transformación tecnológica.

Cómo «mapear» una cadena de valor

Analizar una cadena de valor es como hacer una radiografía del sistema económico que te interesa. Te sugiero cinco pasos:

1. Define el producto o servicio final.

¿Cuál es el bien o experiencia que llega al consumidor?

2. Identifica los actores.

Desde proveedores de materia prima hasta canales de distribución, pasando por gobierno, academia y consumidores.

3. Dibuja el flujo de valor.

Representa cómo se mueve el producto, el dinero y la información.

4. Detecta las debilidades o ineficiencias.

Costos altos, tiempos largos, cuellos de botella, dependencia de pocos proveedores, falta de innovación o digitalización.

5. Ubica los huecos de oportunidad.

Los huecos son los puntos donde falta un actor, un servicio o una tecnología que podría hacer la cadena más eficiente o sustentable. Allí nacen los negocios del futuro.

Reflexión final

Cuando aprendemos a ver cadenas de valor en lugar de empresas aisladas, dejamos de pensar en «mi negocio» y empezamos a pensar en el sistema. Los grandes emprendedores no sólo crean productos; crean enlaces que faltaban. Y esos enlaces son los que, muchas veces, cambian una economía local entera.

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