
A las 2:17 a. m. en Maybrook, Pensilvania, diecisiete niños de una misma clase escolar abandonaron sus casas para salir corriendo a toda prisa perdiéndose en la obscuridad; solo un estudiante, Alex, y su maestra Justine se encuentran en el salón al día siguiente. Los padres, inconsolables y enfurecidos, apuntan a Justine, quien junto al pequeño, son los únicos que pueden tener un indicio, una pista o la culpa de lo que está ocurriendo. El ambiente en el pueblo es de consternación y desolación; 30 días han pasado sin rastro de los niños, y es aquí donde comienza una de las historias más macabras de los últimos años…
El cine de terror a menudo se apoya en lo visible: monstruos, fantasmas o asesinos que persiguen a sus víctimas; sin embargo, “La hora de la desaparición” (título original: “Weapons”) nos recuerda que el miedo más profundo y duradero es el que nace de la incertidumbre. Dirigida por Zach Cregger, quien nos sorprendió con la aclamada “Barbarian”, esta película se estrenó hace unas semanas en cines de todo el país, con esta premisa tan intrigante como aterradora, cuestionando ¿qué harías tú si uno de tus hijos, de la noche a la mañana desaparece sin dejar rastro?
Pero la historia es mucho más que suspenso y terror; es como una especie de cuento de los hermanos Grimm traído a la era moderna, en la que los simbolismos de esta cinta funcionan no solo para sembrar en nosotros los miedos que solo en nuestras peores pesadillas vemos sino también, como una alegoría y critica a la vulnerabilidad de los estudiantes en las escuelas de los Estados Unidos (y el mundo entero), en un ambiente donde la violencia permea y va, gota a gota, inundando un espacio que debería ser seguro; a la par de la responsabilidad del padre ausente que culpa al profesorado por no saber información que ellos deberían tener, y tejiendo en pantalla una telaraña de situaciones que parecen salidas del mismo infierno; el terror de padres y familias que solo en un relato así se puede asemejar a la cruda la realidad de muchos.
La historia, que comienza con la angustia de una comunidad; encuentra su enigma en el terror de lo inexplicable, cuando los 17 niños de tercer grado abandonan sus hogares en silencio y desaparecen sin dejar rastro. Siendo Alex el único que queda, se convierte junto a su maestra Justine (interpretada por Julia Garner), y a un padre desesperado, Archer (Josh Brolin), en personajes clave de una investigación que pronto revela algo mucho más siniestro que un simple secuestro.
La película no se limita a un solo punto de vista. En una estructura fragmentada, Cregger nos presenta la historia a través de los ojos de varios personajes, cada uno con sus propias luchas y demonios y nos sumerge en una espiral de paranoia y desconfianza. ¿Quién es el verdadero villano? ¿Un culto? ¿Un asesino en serie? O, como sugiere el terror psicológico, ¿hay algo más oscuro y sobrenatural? A medida que se desarrolla la trama, la película se aleja de las explicaciones simples y abraza el horror metafísico.
El título original, “Weapons”, que en español significa armas, adquiere un significado profundo, el verdadero terror no son las armas convencionales, sino la capacidad de convertir a personas inocentes en instrumentos de destrucción, sembrando el caos y la desolación. El poder de la duda a varias interrogantes sin respuesta son justo el encanto y punto clave que hace que el horror perdure en nosotros, espectadores, aun después de saber el desenlace. “La hora de la desaparición” no busca el sobresalto fácil; su terror es lento, opresivo y se construye en la atmósfera de desesperanza que envuelve al pueblo. Es una película que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, haciéndote reflexionar sobre el dolor colectivo, la desconfianza y la fragilidad de la realidad. Si bien el final ofrece algunas respuestas, la sensación de inquietud y la duda sobre la naturaleza del mal persisten, logrando una experiencia de terror tan inquietante como provocadora.
Una cinta que podría tener ya un lugar junto a otras obras contemporáneas como Hereditary y Longlegs porque, desde el principio, te atrae con un misterio que deja un montón de sentimientos incómodos y una negación absoluta a dar respuesta a cada interrogante haciendo que desde el asiento, la necesidad de esas respuestas ahogue el sentimiento de seguridad por la conclusión y balanceando perfectamente las distintas tensiones y matices de su trama que van desde el suspenso hasta el humor negro y la crítica, añadiendo capas y capas de complejidad. Una historia que sin reparos los puede dejar asustados como cuando un niño se va a dormir después de un cuento diabólico; con esa sensación no solo de terror sino de fragilidad. Una gran recomendación para todos los amantes del género que aun pueden ver en salas.
FACEBOOK / INSTAGRAM / X / TIKTOK: angelsarmientolopez