La importancia de los diálogos en la literatura de Elia Barceló

Durante su participación en el ciclo “Mil jóvenes con…”, la escritora española compartió algunos consejos para quienes consideran que tienen vocación literaria

Tomar tres o cuatro ideas inconexas, encontrar la manera de encajarlas, reducir el resultado, definir el papel del narrador y explotar los diálogos, son parte del estilo de escritura de la novelista española de ficción y de relatos fantásticos Elia Barceló, quien compartió ante cientos de jóvenes la experiencia del encuentro con su vocación y las maneras en las que ha construido las historias con las que se ha ganado el mote de “la dama de los mil mundos”. Sus reflexiones tuvieron lugar en el encuentro Mil jóvenes con Elia Barceló como parte de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2023.

El colombiano Felipe Andrés García Olarte, creador de contenidos en TikTok, fue el encargado de conducir la charla, en la que Barceló confesó que no recuerda cuándo fue su primer acercamiento con la literatura, igual que como cuando una persona nace junto al mar no recuerda la primera vez que lo vio porque siempre estuvo ahí. “Los libros son algo que han pertenecido a mí desde que nací”.

Comentó que le gusta leer de todo, pero lo que más le estimula es la ciencia ficción, el terror y el género fantástico; en resumen, todo lo que le cuente cosas extrañas, que le abran la mente y la hagan pensar, que le enseñen otros mundos, que la impresionen y asusten, escandalicen y preocupen, porque la lectura debe ser efervescente.

Lo más importante para ella es el narrador: quién es, desde qué punto de vista cuenta y por qué lo hace; saber si miente o no miente, porque hay narradores que no dicen verdad; jugar con el lector con quien cuenta la historia y sorprenderlo al lector y hacerlo que sufra.

Los personajes y sus diálogos son los que le siguen en importancia, que es algo en lo que discrepa con los autores del boom latinoamericano. “Mis personajes hablan muchísimo. Supongo que sus profesores de literatura les habrán dicho que Gabriel García Márquez siempre usa muy poquito diálogo, porque decía una cosa que a mí me parece una memez, aunque él sea premio Nobel y yo no, pero él decía que en castellano los diálogos siempre suenan falsos. Sonarán falsos los tuyos, querido, hay otros diálogos que para mí suenan normales”.

Cuando aborda una historia compleja, piensa todo lo posible a favor y en contra del tema, y cuando ya no hay más posibilidades empieza a reducir hasta dejar lo más esencial. “Porque no puedes hacer una obra de tres mil páginas, no se la lee nadie, entonces tienes que procurar decir lo que quieres decir en 300 o en 250, y eso es difícil, cuando sabes mucho de un tema, reducirlo es bastante difícil, pero es cuestión de práctica, se aprende”.

Barceló tocó tantos temas como tuvo tiempo de interrogarla el auditorio.

Para que alguien se inicie en la lectura, recomendó 1984, de George Orwell, un libro en donde se enseña lo terrible que es un mundo totalitario, donde no existe el amor y donde cambian la lengua para que la gente no pueda expresar lo que siente. Es un texto para que el lector se dé cuenta de lo que se puede hacer con las palabras.

Sobre el descubrimiento de su vocación, contó que el momento que la marcó fue cuando vio la película 2001, odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, ella quedó fascinada, fue a la librería y encontró la novela, le encantó tanto que la leyó dos veces seguidas, y en ese momento se planteó que cuando fuera grande quería hacer cosas como esas.

Sin embargo, aconsejó a las nuevas generaciones que, si se deciden por el arte, primero se busquen una carrera que les permita trabajar medio tiempo, al menos, para pagar las facturas, y el resto del tiempo dedicarlo a hacer lo que quieran en su escritura, pintura, fotografía, teatro y, si poco a poco se pueden afianzar en el arte y crean que pueden vivir de eso, adelante. Pero hay que trabajar mucho, no es sólo desear hacer algo, sino trabajar para ello.

Barceló afirmó que su relación con la palabra siempre ha sido de veneración. “Es lo que nos hace humanos y nos permite dejar huella en el tiempo al comunicar no sólo los pensamientos, sino las emociones. Es lo único que los escritores tenemos, pensar que un director de cine tiene un director de fotografía, un iluminador, tiene efectos especiales, tiene música de fondo… nosotros sólo tenemos una palabra detrás de otra, y con eso tenemos que hacer reír, llorar, pensar, enfadarse, la lengua es todo para un escritor, entonces si no amáis la lengua, no escribas”.

Foto: FIL Guadalajara

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