La real academia

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Ya lo he dicho anteriormente (y no es nada nuevo) los reality shows en México y el mundo son un género que, aunque parece obsoleto ya, sigue atrayendo gente. Algo así como las nuevas telenovelas de la vida real; porque como también lo he dicho, nos encanta sentir que podemos no solo identificarnos sino apoyar y ayudar al personaje en cuestión, e igual que en una historia de ficción, se crean “héroes y villanos” que ayudan a una narrativa de más impacto y muchas veces termina en más mentira que verdad.

Para el caso de los programas de talento musical aplica lo mismo, ese espejismo que le hace creer a la gente y al concursante que tiene todo para triunfar en el mundo de la música es solo una visión distorsionada que hemos visto por al menos 22 años en todos los países. Es cierto que importantes talentos han salido de shows musicales, no solo cantantes sino actores, incluso nominados al Oscar; tal es el caso de artistas como Kelly Clarkson o Jennifer Hudson y ni hablemos de One Direction, pero a final de cuentas la cantidad de aspirantes contra la cantidad de artistas formados y exitosos es incomparable, quizá es parte de ese proceso de selección natural. En el caso de México podemos hablar de Yuridia o Carlos Rivera; incluso esta tendencia la hemos visto toda la vida, Lucero o Thalía se formaron como artistas desde pequeñas en programas de talento infantil, solo no teníamos procesos ni formatos tan determinados o notorios, pero si muy similares.

Y justo con el final de temporada de La Academia el domingo pasado pensaba lo mismo de todos los años, cuántos de estos chicos de verdad tienen una oportunidad real de triunfar en la música. Como muy seguramente no vieron el programa (igual que la mayoría de gente en el país) quiero poner en contexto que los chicos de este año en verdad tienen talento y una voz increíble; a mi gusto también, han sido de las generaciones que he visto mejor trabajadas y preparadas en un concurso de este tipo y en este formato en particular. Algo que como público siempre reclamamos, que nunca se elige a los que tienen más talento ni a los más preparados sino a los que mejor pueden funcionar para efectos del show. Y con el talento puro que vi por primera vez, pude confirmar que tristemente (a mi parecer), eso no es suficiente. En un año en que por fin nos intentan dar mucha calidad, o al menos mayor al de generaciones anteriores; con una mitad de temporada final que buscó evitar el conflicto y la polémica tratando de mostrarse como una opción diferente a todas las controversias sociales que provocó La Casa de los Famosos México en Televisa, la gente simplemente no logró conectar ni interesarse por el proyecto de Azteca, que a marchas muy forzadas pudo despuntar un poco y sobre todo en su recta final, aun con el apoyo de Disney que pasó a involucrarse luego del éxito que si tuvo de la temporada anterior.

Esto que nos demuestra, a mi parecer confirma que realmente la gente (en su mayoría) cuando ve este tipo de contenido, aunque diga lo contrario, no conecta con los más talentosos sino con los más carismáticos o con los que se identifica y que tampoco le interesa realmente la calidad vocal si no viene acompañada de historia, de drama; y eso no tiene nada de malo, porque nuevamente, es un programa de entretenimiento, no una escuela de profesionales y al igual que todos los programas de telerrealidad, hoy por hoy son lo que llamamos una incubadora de talentos (interesante nombre para algo donde no están buscando justamente eso), que genere personalidades que conecten con la audiencia desde una supuesta autenticidad y así darles un crecimiento seguro consentido por el público para colocarlos en programas y proyectos futuros de cualquier tipo, sabiendo que habrá una audiencia segura de la televisión o las redes sociales. Realmente, el talento espectacular se convierte un agregado que si puede venir ya es un extra. Y para el caso de los participantes del programa de Televisión Azteca de este año ¿qué futuro les espera? Porque es importante mencionar que más que nunca, 3 compañías discográficas se comprometieron a no solo grabar el primer material de sus ganadores sino darles el seguimiento y el crecimiento pertinente, así como la confianza y apoyo; una promesa que veo muy difícil en una industria y en un momento donde todo se graba en exprés con lo que te den, sea adecuado o no para tu estilo, y si fracasa todo es tu culpa y estás despedido. Porque la viralidad es lo importante y por ello un influencer tiene más posibilidades de ser una leyenda musical que un ex concursante de un programa de talentos, y ni se diga de un cantante con formación profesional. 

Tampoco se trata de satanizar ni al programa o programas de este tipo, ni a quienes tienen la suerte de iniciar una carrera musical sin tanta preparación como otras personas, porque la vocación, disciplina y carisma son parte de un todo en conjunto para lograr ese factor X, por eso bien dicen que la determinación puede más que el talento (que no excusa el crecimiento vocal o interpretativo que se pueda tener posterior, si en vedad hay compromiso y pasión) y si no me creen, ahí tenemos a Jennifer López que aun siendo una excelente bailarina, inició su carrera en la industria haciendo playback y hoy es un referente musical comercial de varias décadas.

IMAGEN: LA ACADEMIA 2024 (TV AZTECA)

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