Las dificultades para entregar ayuda en Birmania tres días después del mortífero terremoto

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Tres días después del terremoto de magnitud 7,7 en Birmania (Myanmar), el despliegue de la ayuda avanza a cuentagotas, con rescatistas y personal humanitario sorteando numerosas dificultades para llegar a las zonas más afectadas, en el centro-norte del país.

La ONU afirmó este lunes que la magnitud del desastre es aún incierta. La cifra de fallecidos se elevó hoy a más de 2.000, según datos respectivos de la junta militar y de la oposición prodemocrática, que controlan distintas partes del país, bajo un conflicto civil.

La ayuda internacional sigue encontrando trabas a la hora de llegar a los afectados, en un país que ya tenía a un tercio de su población (20 millones de personas) con necesidades básicas sin cubrir antes del sismo.

A continuación, algunas de las dificultades.

La logística

Al menos tres puentes importantes colapsaron el viernes y decenas de carreteras quedaron prácticamente intransitables por el terremoto, lo que ha cortado vías de comunicación clave para trasladar ayuda y lo que retrasó en un primer momento la llegada de rescatistas durante la noche del viernes y el fin de semana.

A esto se suma el cierre de al menos dos aeropuertos, entre ellos el de la capital, Naipyidó, que ha clausurado las operaciones comerciales y mantiene ahora un estricto control de las llegadas bajo expresa autorización de la junta militar, y el de Mandalay, la segunda mayor ciudad del país.

Cualquier despliegue dentro de Birmania se ve afectado por problemas anteriores que se recrudecieron en las últimas 72 horas, como los fallos eléctricos, la inestable conexión a internet y la escasez de combustible.

El conflicto

Los enfrentamientos entre las fuerzas armadas, que dieron un golpe de Estado en 2021, y grupos prodemocráticos y guerrillas étnicas, suponen otro obstáculo en la distribución de ayuda, mientras los bombardeos militares continúan pese a la tragedia natural, según denuncias del prodemocrático opositor Gobierno de Unidad Nacional (NUG).

El grupo denunció hoy en X que la junta bombardeó varias zonas del país -incluida Sagaing, declarada en emergencia por el terremoto- desde el viernes hasta el domingo, dejando un total de 10 fallecidos.

Mientras los militares controlan parte de Birmania, el NUG y guerrillas se imponen en zonas de la periferia, lo que multiplica el número de interlocutores con los que negociar los permisos de acceso y tránsito, retrasando las ayudas.

La junta

Actores humanitarios mantienen conversaciones con la junta para que emita con prontitud los visados a personal especializado en la atención de desastres, según dijo a EFE una fuente del sector, que prefirió el anonimato, y que remarcó la necesidad de tener en cuenta que “cada hora es crucial” en estas circunstancias.

En este sentido, la ONU, sin mencionar a los militares, exigió este lunes acceso sin trabas para poder entregar medicinas y alimentos sin distingo político, después de que el relator del organismo para Birmania, Tom Andrews, advirtiera que la junta usa la ayuda como “arma” a su favor.

Hasta ahora, además de los 15 millones de dólares anunciados por la ONU, países como China, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Irlanda y Australia adelantaron que movilizarán dinero para apoyar a Birmania, a donde llegaron rescatistas de China, Singapur, India y Tailandia, entre otras naciones.

Las donaciones anunciadas, que no llegan a 50 millones de dólares, son insuficientes para hacer frente al desastre, afirman a EFE. La ONU creía necesarios unos 1.100 millones de dólares para aliviar las necesidades de los birmanos más vulnerables antes del sismo, monto que se disparará tras la actual devastación.

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